Los cultivos de Valle del Cauca y Cauca vieron nacer hacer 13 años la idea de dos colombianos que han querido trabajar por el fortalecimiento de los productores agropecuarios desde diversas áreas, sobre todo, desde la estructura productiva que inicia desde el plan de negocio.
Es así como Frutotrading nace a partir de consultorías a pequeños, medianos y grandes productores para que estructuren su plan de negocio, lo que les permita acceder a créditos para el agro que potencien sus cultivos y toda la cadena de comercialización. Hoy por hoy ya se han impactado cerca de 300 productores agropecuarios.
Las conexiones del proyecto han permitido que durante estos años se haya hecho extensivo a otras zonas del país como Cundinamarca, Santanderes, Llanos Orientales y la región del Pacífico. Allí, de acuerdo a la particularidad de cada territorio, se han logrado alianzas productivas que permiten la transformación de cultivos, a partir de una producción limpia con empaques reutilizables.
Las tres líneas de productos principales que ofrece Frutotrading son café, coco y cacao, de allí nacen bebidas y frutos deshidratados que se comercializan a través de la estrategia eCommerce de comercio electrónico; lo que a la vez, busca potenciar el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en el campo.
El crecimiento e impacto del proyecto se ha extendido, no solo en Colombia, sino en suelos internacionales de países como Estados Unidos, donde Sebastián Lloreda, socio del proyecto, recibe el grano verde desde Colombia y allí lo tuesta y lo comercializa bajo la marca Colombino Farmers.
Uno de los pilares del proyecto es dejar al productor en el centro del proceso, “la finca agropecuaria es todo un ecosistema y se debe aprovechar para que la producción sea más rentable. Por eso, Fruto Trading le apuesta a más que dar el pescado, enseñar a pescar”, afirma Sebastián.
Para aquellos que estén interesados en adquirir los productos, bien sea en Colombia o en Estados Unidos, podrán ingresar a los sitios web de Fruto Coco, Colombino Farmers y Fruto Trading.
Mi campo lee es un proyecto que nace de la necesidad de los jóvenes campesinos tengan empoderamiento del campo, mejorar los estándares de educación y generar proyectos de vida por medio de la lectura, fundamental en el proceso de formación. Esto se está desarrollando con el apoyo de bibliotecas comunitarias con enfoque social, económico y ambiental, fomentando el vínculo de todas las edades en las zonas rurales.
La solidaridad es un primer paso para lograr que la biblioteca se estructure, para ello la Asociación busca la donación de 2.000 libros que contribuyan con los procesos formativos.
Según el DANE, 9.916.546 es el número de alumnos en las matrículas nacionales del año 2018. De esta cifra, las matriculas en las zonas rurales corresponde al 23,7%, en comparación con las zonas urbanas donde se matricula el 76,3 %, esto se debe a factores económicos, socioculturales y la falta de plantas físicas para el desarrollo formativo.
La Asociación Juventud campesina cuenta con veinte jóvenes campesinos voluntarios universitarios de Boyacá, que son la base fundamental en el proyecto Mi Campo Lee. Ellos se encargan de las donaciones, cuando las bibliotecas estén disponibles ellos deben ser parte de las mismas para hacer diversidad de actividades lúdicas, vinculando a la población, promoviendo la integración social y la formación académica por medio de la lectura.
Estrategias de lectura y lúdica por la educación rural
Fabian Quintana, coordinador departamental de Juventud Campesina, es el encargado de el proyecto Mi Campo lee, el cual hasta la fecha cuenta con la donación de 700 libros, pues la donación total se vio afectada por el confinamiento sanitario por COVID-19; lo que produjo que la inauguración de las tres bibliotecas se aplazará hasta el mes de septiembre del presente año.
Las bibliotecas contarán con actividades lúdicas como el teatro y concursos de cuento, para construir espacios de integración comunitaria por medio de la lectura. Las convocatorias son cerradas, ya hay internados en Otanche, Siachoque, Chiquiza y Sogamoso.
Así pues, las zonas rurales son las principales en el país para la sustentación alimentaria y ambiental, entre otros beneficios que aporta el campo, por eso es importante apoyar proyectos que promueven la educación y la cultura.
Por: Andrea Bohórquez Bueno. Periodista. Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.
Con el inicio del simulacro de asilamiento del COVID-19 desde el 19 al 23 de marzo se dio inicio a la cuarentena, a la fecha de hoy se amplía hasta el 31 de mayo. Aunque ha sido una situación de crisis y emergencia general para distintos sectores económicos, ahora campesinos, comerciantes y artesanos implementan una red de comercio digital a lo largo y ancho del país.
“¡Haga una compra solidaria con los artesanos de Colombia y apoye a quienes perpetúan con sus manos, nuestro patrimonio cultural!”
Redes sociales como Instagram, WhatsApp, LinkedIn y Facebook son usadas en esta época de crisis sanitaria, generando mayor comodidad a los hogares colombianos y evitando aglomeraciones en mercados, también como manera de prevenir contagios por coronavirus.
Colombia cuenta con diversidad de artesanos en diferentes etnias y labores desde los bordados y cerámicas para uso y decoración. Por la crisis del COVID 19, los productos llegan a la puerta de su casa, luego de haber elegido la compra correspondiente por medio de correo electrónico o vía telefónica. Los productos ahora son ofrecidos a través de un directorio completo, que pasó de lo presencial a lo digital.
Así es el directorio de Artesanos Colombianos
Según cifras del Censo Nacional de Población realizado en Colombia en el año 2018, la población indígena en el país corresponde al 4,4% del total nacional, de esta cifra, más de 25.000 corresponde a artesanos. Entre los años 2015 y 2016 se logró la identificación de más de 12.000 artesanos incluidos 23 comunidades indígenas en 32 departamentos, los cuales hacen parte de Artesanías Colombianas.
En la página de Artesanías de Colombia tiene diferentes catálogos donde se encuentra gran variedad de productos hechos a mano por indígenas de las diferentes etnias Wayuú, Embera Chamíentre, entre otras que se dedican a la elaboración de carteras, aretes, ropa, calzado y más.
Las artesanías son especialmente hechas con materiales orgánicos reutilizables como el Werrregue, Iraca Fibre, Fique, Calceta de plátano, Mawisa, Weaving, hilos de algodón, seda, Cumare, Mawisa, entre otros.
Para brindar mayor acceso de su portafolio de productos, los artesanos han puesto a disposición su línea de productos en el Directorio de Artesanos Colombianos, a través de esta plataforma se podrá contactar a cada artesano de acuerdo al interés.
Este es un llamado a reconocer la importancia de lo autóctono y de los productos hechos con manos campesinas, indígenas y artesanas. El patrimonio artesanal es asunto de todos.
Por: Andrea Bohórquez Bueno. Periodista. Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.
Cada 20 de mayo se celebra alrededor del mundo el Día de las Abejas, una fecha establecida con el propósito de conmemorar la labor tan indispensable que cumplen estos insectos voladores e invitar a gobiernos, instituciones, organizaciones y la sociedad en general a reflexionar sobre la urgencia de estrategias que garanticen y protejan su vida.
La mayoría de las plantas del planeta requieren de la polinización para producir semillas y fruto, proceso que realizan las abejas transportando el polen de una flor a otra y que se ve directamente afectado con la disminución de su población. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO, de unas 100 especies de cultivos que proporcionan el 90% de alimento mundial, el 71% depende de las abejas.
Además, económicamente hablando, de acuerdo con lo investigado por Greenpeace el cálculo más reciente respecto a los cultivos globales dependientes de estos polinizadores, valora la polinización en 256 mil millones de euros. Indicando que a gran escala el equilibrio ambiental y productivo en la agricultura depende de las abejas.
¿Cuales son las amenazas para las abejas?
Desde hace unos años se ha evidenciado una disminución acelerada en la población de las abejas en todo el mundo, y gracias a diversas investigaciones se han identificado tres causas principales. En primer lugar, se encuentra la hambruna de las abejas, esto por que no hay suficientes plantas en flor a causa de los monocultivos y otros factores industriales, que desde sus prácticas reducen la diversidad de plantas silvestres impidiendo su proceso de recolección de polen, su principal fuente de alimento y proteínas.
En segundo lugar se encuentra en envenamiento de abejas, pues muchas flores, ubicaciones de colmenas y el medio ambiente general en torno a estos insectos resultan contaminados por sustancias químicas que en su mayoría son plaguicidas. Dichas sustancias llegan a las abejas a través del polen, el néctar, el aire, el agua o el suelo; afectando su movilidad, aprendizaje, orientación, comportamiento alimentario o causando su fallecimiento.
Finalmente se encuentran las enfermedades de abejas, que se dan a partir de parásitos que las debilitan hasta que ya no pueden sobrevivir. Estas enfermedades a menudo son causadas por especies invasivas que las abejas locales no pueden combatir mediante adaptación natural o la inmunización, haciéndolas más vulnerables ante otro factores de amenaza.
¿Cómo podemos ayudar a las abejas?
Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, podemos apoyar y contribuir a las luchas que exigen la prohibición de plaguicidas tóxicos cómo imidacloprid, tiametoxam, clotianidina, fipronil, clorpirifos, cipermetrin y deltametrin. Así mismo, promoviendo las prácticas agrícolas que benefician los servicios de polinización, por ejemplo la rotación de cultivos, superficies de interés ecológico a nivel de explotación y técnicas de cultivo ecológico.
Esta competencia se desarrolla a través de la página web de e-Bird, plataforma creada por el Laboratorio de Ornitología de la Universidad Cornell, su objetivo es concientizar sobre la preservación y riesgos de las aves. Dada la coyuntura actual por el Covid-19 y el confinamiento en varios países, este año aumentó el número de aves observadas, sobre todo en Colombia que se consolida como país tetracampeón en observación de aves.
Siendo así, Colombia continua como campeón por 4 años seguidos, a pesar de la cuarentena, algunos de los lugares para la observación de aves fueron balcones ventanas y azoteas, que permitieron observar, tomar fotos y videos de las aves de la periferia urbana y rural, dependiendo de la locación de los participantes.
Colombia ha destacado por tener gran diversidad de avifauna y para estaocasión, los departamentos que marcaron la delantera en el Global Big Day fueron Meta, Antioquia y Valle del Cauca. Lo anterior dejó como resultado el registro de 1.440 aves, esto equivale a 153 menos que al año pasado.
El panorama nacional fue Valle del Cauca con 548 especies y 793 listas, Meta 744 listas y 532 especies, ocuparon el segundo y tercer lugar y Antioquia, con 599 especies y 545 listas la región destacó a nivel nacional.
Aunque Colombia se llevó el primer lugar en especies registradas, Estados Unidos ocupó el primer puesto con número de listas registradas, en este caso 66.982 y en el segundo lugar Canadá, con 11.553 listas. En cuanto a la inscripción de listas, el país ocupó la tercera casilla con 7.034 registros, 79 menos que en 2019.
Colombia registró 1.440 aves cifra le permitió situarse en el primer lugar, seguido del segundo puesto por Perú, con 1.127 registros y en la tercera posición por Ecuador, con 1.024.
Estos eventos son importantes para el reconocimiento de especies del país y compartir un gusto por las aves en esta época de confinamiento a nivel mundial.
Por: Andrea Bohorquez Bueno. Periodista. Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.
La Federación Nacional de Cacaoteros (FEDECACAO) brinda acompañamiento en medios digitales, ofreciendo oportunidades a cacaocultores que lo han solicitado para continuar el cumpliendo con la labor, por medio de protocolos y cuidados sanitarios en la compra a micro empresas del departamento de Santander, a pesar de la crisis economía del país por el confinamiento.
En cumplimiento de la exportación y responsabilidad de alimento en Colombia, 52.000 familias cacaoteras, trabajan sin parar para continuar ofreciendo un producto de calidad reconocido internacionalmente y que permite superar las dificultades en lo agroeconómico; esto permitió el crecimiento de un 6% con la producción con 891 toneladas en tan sólo en el primer trimestre del año 2020 en comparación del año 2019.
Según la caracterización de productores y en asistencia del Fondo Nacional del Cacao, 30 departamentos y 422 municipios, son parte de la Federación Nacional de Cacaoteros (organización gremial instaurada en 1962), con 52.000 familias que viven de la producción del cacao, generando alrededor de 60.535 toneladas al año y la exportación de 11.926. El país tiene 144.000 hectáreas de producción de 175.000 sembradas.
La Organización Internacional del Cacao (ICCO) cuenta con un cacao descrito como exquisito y con un aroma incomparable; por otro lado, la cacaocultora colombiana María del Campo, indica que el fomento de la mercantilización del grano y los cacaocultores cuentan con una imagen oficial en lo nacional e internacional desde el año 2016.
Los programas en que se trabajan investigación, comercialización y tecnología y con un amplio cubrimiento en todo el país, con una sede administrativa y 25 unidades técnicas. Para Fedecacao ¡El cacaocultor es lo primero!, y es un parte fundamental para seguir avanzando en la economía de las familias colombianas.
Así pues, aunque la situación del Covid-19 ha generado crisis en diversos sectores de la economía colombiana, en el sector agricultor han nacido nuevas oportunidades que reconocen el trabajo diario de las familias colombinas, para lograr salir adelante económicamente y en la producción, comercialización y exportación de un increíble producto de calidad mundial como el cacao.
Las plazas de mercados siempre serán la vitrina o esa especie de púlpito para las huertas y sembradíos de los campesinos. Muchas de las plazas de mercados en el departamento del Huila todavía guardan esos sabores y olores de las frutas que se cultivan en el territorio. Sin embargo, para mantener las dinámicas tanto de siembra como de consumo local es necesario formular propuestas que cohesionen los cultivos con la identidad de los sabores de la región.
Por eso, la aprobación del proyecto de Ordenanza desde la Asamblea Departamental del Huila, la cual exige la reglamentación y restricciones de venta de gaseosas y bebidas azucaradas en las tiendas y cafeterías de las Instituciones Educativas, servirá como estrategia de consumo para apoyar a los agricultores.
Este proyecto que nace de los diputados José Armando Acuña Molina y Virgilio Huergo Gómez, tiene como objetivo la promoción en las Instituciones Educativas por la preferencia en estilos de vida saludables y una nutrición balanceada, pero además, aportará al consumo de frutas cultivadas por los campesinos huilenses. Los estudiantes al consumir la variedad de frutas que se tienen en la región, no solo estarán cuidando su salud, estarán estrechando esos lazos identitarios a través de los sabores.
La Ordenanza tiene que leerse y proyectarse como una estrategia de resignificar el consumo de los productos locales, si bien las gaseosas le quitaron un espacio a los jugos y bebidas tradicionales, hay que construir pedagogía a través de estas propuestas que lleven a pensarse la trazabilidad de las frutas de la región. Y es que la fruticultura en el Huila es tan variada que es importante volver a la memoria colectiva como forma de siembra en los paladares de los estudiantes. Cultivos de pitaya, granadilla, mora (castilla, frambuesa, zarzamora), tomate de árbol (pulpa amarilla y roja), gulupa, badea, lulo, uva isabella, maracuyá, la guayaba, el níspero, y la cholupa, con su denominación de origen, logran ese arraigo cultural.
Por eso es necesario acompañar estas propuestas con visión de territorio. Que el estudiante se reconozca en los cultivos, desde las bebidas preparadas con el cactus en el municipio de Villavieja hasta las que se elaboran en el sur del departamento con la caña. En las cafeterías de las Instituciones Educativas será un buen momento para las bebidas tradicionales, que aparezca la zurumba, el guarapo, la sevillana, la cebada, el guarrús, la aloja, el masato, entre las variedades de jugos con frutas típicas, un “maridaje” adecuado para el bienestar de la identidad campesina.
Con las especificaciones en la Ordenanza queda claro que los rectores de las escuelas y colegios pueden organizar a las madres solteras y/o cabezas de hogar interesadas en las preparaciones para suministrar los productos remplazantes, es lo ideal que conocedoras de la región no solo suministren un producto sino que construyan ese camino de identificación a través de los sabores, como reza el dicho “el que quiera fruta, tendrá que trepar el árbol”, pues es necesario construir una pedagogía que nos acerque a los sistemas de producción campesino para que tanto la plaza de mercado y la escuela tengan el mismo fruto, reconocernos en lo sabores de la tierra.
Por: Jose Eder Toledo Cubillos. Investigador Cultural. Habitante de Huila.
Con la llegada de la modernidad y los avances tecnológicos el acceso a Internet se ha convertido en un factor indispensable para el desarrollo social y económico del mundo. Pues además de ser una fuente de información inagotable y una herramienta de conectividad, representa una oportunidad de crecimiento capaz de mejorar la calidad de vida de las comunidades más vulnerables.
Es por esto que cada 17 de mayo se conmemora el Día Mundial del Internet, una fecha que invita a la reflexión sobre el uso de esta herramienta, sus alcances y la necesidad de reducir la brecha digital aún existente en las zonas más golpeadas por la pobreza. Así mismo, es un llamado para fortalecer las estrategias implementadas por los gobiernos para que estas sean pertinentes y vayan encaminadas a la dignificación de las comunidades.
Respecto a Colombia, según la Encuesta de Calidad de Vida realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE en 2018, sólo el 52,7% de los 89.522 hogares encuestados tienen acceso a Internet, es decir 47.180 hogares. De los cuales el 40,5% cuentan con Internet fijo y el 29,2% cuentan con Internet móvil. Cifras que no resultan muy alentadoras teniendo en cuenta que dicho estudio no abarcó toda la población colombiana y que siguen siendo muchos los hogares que aún no gozan de esta herramienta digital.
Cabe mencionar que, se han llevado a cabo proyectos que buscan garantizar el acceso a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones como es el caso de los Puntos Vive Digital. Un espacio que mediante un modelo de servicios sostenible permitió integrar a las comunidades en escenarios de acceso, capacitación, entretenimiento y otras alternativas de las TIC, beneficiando a 533 municipios con un total de 893 puntos.
Otro tipo de estrategias que buscan facilitar el acceso a Internet es la instalación de las Zonas Digitales Urbanas que proveen conexión de forma gratuita en determinados espacios, proyecto que se encuentra en 13 departamentos del país entre los que se encuentran Caquetá, Putumayo, Antioquia y Cauca.
Igualmente, existen proyectos liderados por organizaciones que buscan mejorar las condiciones de vida de las comunidades mediante la conectividad, como es el caso de Escuelas Digitales Campesinas. Un programa socioeducativo de Acción Cultural Popular – ACPO dirigido a los habitantes rurales de Colombia cuyo fin es transformar su propia realidad, la de sus familias y la de sus comunidades; generar bienestar y arraigo; y promover la construcción de una cultura de paz.
Por las actuales circunstancias de aislamiento obligatorio, es la primera vez que hago un reportaje sin estar frente a las personas entrevistadas, pero por teléfono pude escuchar las voces de cuatro grandes educadoras rurales. A ellas damos nuestro agradecimiento y con su testimonio hacemos un homenaje a los maestros y maestras rurales que ejercen su profesión en medio de innumerables dificultades, impuestas por las distancias, el olvido estatal y la falta de medios para su noble labor.
Su testimonio llega desde Pamplona, Pereira, Florencia y Usme. Tuve que resumir una conversación llena de recuerdos, anécdotas y testimonios, que presentan la nobleza de su tarea, aún a riesgo de sacrificar aspectos importantes. ¡Gracias, maestras!
A continuación, en esta entrega, se comparte el testimonio de dos maestras, Gloria y Mercedes. La próxima entrega tendrá los testimonios de Nubia y Rosa desde Risaralda y Norte de Santander.
Gloria Johana Quintero Orrego, profesora rural en la Localidad 5ª de Bogotá, en la Escuela El Hato en Usme, en el bajo Sumapaz. Decidió mudarse cerca de allí para estar en contacto con sus alumnos. Es Licenciada en psicología y pedagogía en la Universidad Pedagógica Nacional y, después de ser orientadora escolar por varios años, dedicó su vida a enseñar a los niños del sector rural de Bogotá. Durante los últimos diez años ha sido docente de aula.
Mercedes Artunduaga Bermeo, es actualmente la coordinadora de la Mesa de Educación Rural en Florencia, en el Departamento del Caquetá. Después de cinco años de trabajo en el salón de clase, durante 14 años fue coordinadora de Educación Rural y se desempeñó otros 29 años como supervisora de educación rural. Está retirada desde 2019 para continuar coordinando la Mesa de Educación Rural en el Caquetá.
Bernardo N: ¿Cuánto tiempo se gasta desde su casa a su trabajo? ¿Cómo se transporta?
Gloria Q: Antes llegábamos a la escuela como fuera, en tractor o en camión. Desde hace dos años, por fin tenemos una ruta escolar que sale para la zona rural desde la parte alta de la localidad de Usme. Hasta allá tenemos que llegar en transporte público. Es un recorrido aproximado de una hora y media, desde mi casa a la escuela. Por eso hay que levantarse temprano.
Mercedes A: Me tocó moverme por todo el Caquetá por más de 15 años, en lancha, a caballo, en jeep, en flota, en lo que fuera y todo por nuestra cuenta. En ocasiones los viajes duraban todo un día. Hoy mi trabajo en la Mesa de Educación Rural lo hago en Florencia desde el año pasado, y ya no me toca ir a las veredas.
Bernardo N: ¿Por qué es maestra?
Gloria Q: Al comienzo quise ser psicóloga. Como no podía pagar una universidad privada, gané un cupo en la Universidad Pedagógica Nacional y me gradué como Licenciada en psicología y pedagogía. Y fue en esta misma Universidad donde años después terminé mi Maestría. En el pregrado trabajé desde el primer semestre para pagar mis gastos. Maduré a la fuerza y siempre iba más adelante que las compañeras de mi edad. No tuve viernes de fiesta. Siempre trabajé y estudié.
Me encanta ser maestra, pero comencé como orientadora escolar y comunitaria en colegios de religiosas, hasta cuando llegué a trabajar a entidades de Bienestar familiar. Siempre quise trabajar con campesinos, en la zona rural. En el Distrito había plazas disponibles para maestros; entonces me presenté a concurso y logré el cupo para esta escuela rural en la Localidad de Usme. Estoy en el Hato, porque así lo quise. Estos 10 años de ser maestra, son mi mejor experiencia. Yo he tenido aprender a conocer a mis estudiantes y adaptarme a ellos, a sus necesidades. Ahora sé quién es cada uno, lo que sienten, lo que sueñan. Lo más difícil de todo esto es conocer casos de niños en situaciones muy duras en las que no puedo intervenir. Es muy triste quedarse en ocasiones con las manos atadas.
Mercedes A: Soy maestra porque nací maestra. Desde niña quise serlo y lo logré. Después de enseñar en el aula, me nombraron supervisora. Un año me asignaron docentes para que los evaluara en la vereda la Florida, de San José del Fragua. Allí vivía sola con un hijo, una profesora que se llamaba Gloria, como a 3 horas cordillera arriba. Me bajé del caballo y entré a su escuelita de tabla. Me demostró su inmensa alegría porque alguien iba a visitarla. Cuando la conocí ya era de edad, sin marido; los compañeros la ayudaban. Era de escalafón A, el nivel de los muchos que se habían hecho a pulso, sin tener título. Estudió en la Escuela normal, pero no alcanzó a llegar a un nivel superior. Pero era maestra por amor. Los supervisores teníamos la posibilidad de decir quién seguía y quién no. Ella se esforzaba mucho. Entonces yo la sostuve, le di ánimos y llevo ese recuerdo en mi corazón.
Los viajes eran lo más difícil para mí porque tenía que dejar a mis hijos. A veces duraba una semana viajando por ríos, visitando escuelas. Al volver a mi casa miraba las caritas de mis niños y leía en sus ojos si los habían tratado bien. Siempre eso fue muy duro para mí. Eso no debe ser y considero a los profesores que deben hacer eso.
Bernardo N: ¿Cómo está pasando este momento de emergencia y pandemia?
Gloria: Se nos ha pedido que hagamos trabajo virtual, pero es una situación muy difícil, como nadie se la imagina. Aunque en la escuela del Hato hay electricidad, no hay conexión a internet. No hay dinero para pagar una copia de un trabajo y es muy difícil llegar a los niños. Entonces yo los llamo todas las semanas. Algunos no me contestan porque no tienen señal y hay que insistir y buscarlos. En mi grupo la educación es casi personalizada. Yo puedo conversar por largo rato con varios de los papás y algunos aprovechan para «desahogarse» conmigo. En la zona periurbana de Usme hay señal, pero existen dificultades como las de una mamá enfermera que llega tarde y debe atender las crisis de asma de su hijo y, por eso, él no ha tenido tiempo de hacer sus talleres. Ahora, las familias me llaman y me envían guías desde el celular en cualquier horario. Se podría decir que soy profe 24 horas. Siento que es mi deber estar siempre pendiente de ellos. Así estamos ahora.
Mercedes A: Gracias a Dios puedo disfrutar este momento de mi vida, después de tánto tiempo de trabajo. Quería salir a ver el mundo qué había dejado y que se me había pasado enfrente durante tánto tiempo como maestra. El magisterio lo marca a uno y uno ve la dinámica del mundo de un modo diferente. Miro a la gente trabajar y estoy en un momento de satisfacción por el deber cumplido. Ayudo a un colegio con la virtualidad rural y desde la coordinación de la mesa de Educación rural.
¿Qué mensaje quiere dar a sus alumnos, a los padres de familia, a las autoridades educativas, con ocasión del día del maestro?
GLORIA: A los alumnos, que se cuiden, que estén bien y sanos, que saldremos adelante. Que cuando volvamos, los quiero ver a todos. Yo seguiré haciendo mi trabajo aunque esté lejos. A los padres de familia, que tengan paciencia, que comprendan a sus hijos, que los conozcan más y los sigan queriendo. Esto es duro para todos y todos estamos aprendiendo, porque es algo que jamás habíamos vivido.
MERCEDES: Que el docente se aventure a comprender al niño y su manera de ser y que desde allí enseñe. Que se preparen, pero que dejen que fluya la clase a partir de lo que dicen y son los niños. El aprendizaje se vuelve muy ameno cuando nace de la manera de ser de los niños. A los padres de familia, hay que decirles que hoy han cambiado los tiempos. La tecnología tiene que servir para aprender. Hay que acompañar al niño, enseñarle a usarla y confiar en ellos. Es verdad que pueden aprender cosas que no les convienen. Hay que orientarlos y permitir el acceso. Aunque haya riesgos, es más lo que se pierde si no la usan que si tienen acceso correcto a ella.
*Esta nota periodística no representa la postura de Acción Cultural Popular – ACPO organización dueña de la marca registrada Periódico El Campesino y elcampesino.co. Con ello, tampoco compromete a la organización ni al periódico en los análisis realizados, las cifras retomadas, los entrevistados que aparecen, entre otros.
Por: Bernardo Nieto Sotomayor. Equipo Editorial Periódico El Campesino.
Según Hanna Arendt, las sociedades democráticas son aquellas que garantizan a sus miembros el “derecho a tener derechos.” En ese sentido, la educación debe ser entendida como “un derecho que da derechos”. Su función es, entonces, brindar herramientas, experiencias y saberes para poder lograrlo. Además, se constituye como el principal mecanismo de movilidad social ascendente y de inclusión.
No obstante, en el contexto rural los maestros ejercen su tarea en condiciones tan limitadas que inevitablemente se afecta esa función emancipadora de la educación. La precarización de las condiciones laborales, una débil infraestructura, la ausencia de vías de comunicación, los riesgos climáticos y de orden público, entre otras cosas, hacen que el ejercicio de la docencia rural sea casi heroico. Nos recuerda a las condiciones de trabajo del personal de salud durante la actual pandemia, solo que, en el caso de los docentes rurales, la crisis parece ser permanente.
El contexto actual agravó la situación de los educadores y educandos, poniendo en juego el derecho humano a la educación. Mientras que millones de docentes alrededor del mundo pusieron toda su creatividad para dar clases a distancia mediante WhatsApp, Zoom, Hangouts o Facebook, esto no es posible en gran parte de los hogares rurales, por la ausencia de conectividad a internet. El confinamiento dejó en evidencia la inequidad que hay entre la educación rural y urbana.
En ese sentido, mucho se ha hablado del modelo de Radio Sutatenza en los últimos meses. Sin duda, ese poderoso modelo de Educación Popular tiene varias lecciones que pueden hoy ser aprovechadas por los educadores de la Colombia Rural. Veamos algunas de ellas:
La clave está en la Convergencia. Para llegar a las veredas más distantes, formando más de 4 millones de campesinos entre 1947 y 1990, la clave fue la convergencia de medios. En efecto, el modelo de ACPO se apoyó, además de la radio, en una serie de elementos que complementaron su acción: el elemento interpersonal directo (a través de los auxiliares inmediatos, líderes y dirigentes campesinos), y en una serie de materiales gráficos y escritos (cartillas, libros, cartas y un periódico). Sin duda las oportunidades que hoy dan las TIC y el avance arrollador de las redes sociales ofrecen herramientas que se pueden adaptar según las necesidades y oportunidades de cada territorio. Así trabaja ACPO hoy, con sus Escuelas Digitales Campesinas.
Una escuela es más que sus paredes, es el espacio simbólico en donde lo individual se hace colectivo. Las Escuelas Radiofónicas funcionaban en todo hogar campesino en el que hubiera un grupo de personas con la voluntad de formarse alrededor de un radio. Jamás existió un número mínimo de alumnos ni necesidades fundamentales de infraestructura. Hoy, sin duda, el desafío es sostener y fortalecer esa comunidad que constituye cada escuela rural, aunque los pupitres estén vacíos y las campanas no suenen. Con la misma fuerza con la que aplanamos la curva debemos frenar la deserción escolar. Esto nos lleva al tercer punto:
Se deben sostener los puntos de contacto con los estudiantes. ACPO generó distintos canales de comunicación con los campesinos, en tiempos de profundo aislamiento y de violencia. Un ejemplo es el sistema epistolar masivo, por el que los campesinos de todo el país enviaban cartas a ACPO y recibían una respuesta. Fue una autentica red social. En tiempo de crisis y de soledad, se agravan cuestiones como los consumos problemáticos, el trabajo infantil y la violencia intrafamiliar. Todos necesitamos hacer oír nuestras voces y recibir una empática respuesta. Los docentes deben buscar esos puntos de contacto con los estudiantes y sus familias. Además, se debe aprovechar que el confinamiento está obligando fortalecer una dinámica familiar de acompañamiento que se había perdido, paradójicamente estrechando los lazos entre las escuelas y las familias.
A veces el medio no es el mensaje. La potencia de Sutatenza se sustentó en la potencia de su mensaje: la acción cultural para el desarrollo como tarea popular. Con ese fin, hizo acopio de medios y mensajes cuyo trasfondo buscaba el bienestar humano a partir del reconocimiento de la autonomía, la voluntad y la capacidad del campesino de superar el subdesarrollo. En épocas de pandemia el riesgo está en endiosar a las TIC, olvidando que son apenas un medio para transmitir un mensaje, para llevar esperanza, para sembrar la semilla de la autosuperación y para fortalecer valores.
Finalmente, recordemos que crisis puede ser sinónimo de oportunidad. ACPO nace en un contexto de profunda crisis, cuando el analfabetismo campesino era del 63%. La falta de recursos motivó la imaginación y el coraje de un párroco, Monseñor Salcedo, que con su tesón pudo cambiar el ritmo de la historia. Sin duda la actual crisis suscitará la creatividad y la inteligencia colectiva, lo que permitirá desarrollar nuevos modelos que marcarán historia.
La pandemia puede ser una oportunidad para sacudir el tablero y cambiar de paradigmas. En plena crisis, una familia campesina se hizo youtuber, pero también volvieron la educación por radio, la correspondencia y el trueque en varios departamentos. Esperemos que también pueda llegar el reconocimiento que merecen los educadores de la Colombia rural.
Feliz día a todas y todos los maestros rurales del país y a los facilitadores de ACPO. Muchas gracias por su valiosísima labor.