La palabra viche significa bebida verde y viene del bantú, un término que hace referencia a los pueblos de raza negra que habitaron y habitan el centro y el sur de África, se dice que los primeros sabedores del viche fueron esclavos africanos que llegaron a los cañaduzales. De acuerdo con algunos historiadores, es una de las bebidas más antiguas de América y hace parte de la identidad del Pacífico colombiano.
Fue una bebida clandestina durante décadas, los antepasados se escondían en las montañas para destilar, ya que una ley que buscaba privilegiar las industrias licoreras prohibía y castigaba con cárcel su producción. Sin embargo, comunidades afro de todo el Pacífico la siguieron elaborando, además de mejorarla y diversificarla.
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Se trata de una bebida natural en sus ingredientes y elaboración, proviene de la caña y es el resultado de un proceso de destilación; inicialmente se recolecta la caña, se arregla y se cocina, luego se recolecta el líquido final. Cabe destacar que, esta bebida ancestral no solo acompaña encuentros culturales o festividades, sino que hace parte de la medicina tradicional de los pueblos afro para tratar algunos dolores.
Las matronas han sido las encargadas de portar estos saberes heredados que han jugado un papel importante para las comunidades por generaciones. A través de los conocimientos compartidos mediante la tradición oral, el viche ha sobrevivido años de estigma.
En el país se han adelantado procesos para cuidar esta bebida, como es el caso de Lucia Solís, quien explica que estas luchas han sido claves para reconocer esta bebida que más que ser un producto alcohólico, representa cientos de prácticas del Pacífico colombiano. “Es una lucha por no dejar morir lo nuestro. Nosotros destilamos patrimonio”, asegura.
En la actualidad, el viche busca recibir la denominación de patrimonio cultural de la Nación, además, la Cámara de Representantes a finales del año pasado inició el proceso para tramitar la Ley de Bebidas Artesanales, con la que buscan defender la labor de sus productores.
Gracias a esto, Lucía se convirtió en una de las primeras vicheras del pacífico en tener su marca registrada ante la SIC. Con Lucía Solís 6ª Generación, podrá comercializar sus productos a gran escala y proteger el legado de su familia. Ella menciona que “fueron años intentándolo, pero gracias a la ayuda de la Fundación Activos Culturales Afro – Acua, lo conseguí”.
Por: Stefanny Núñez Hernández. Periodista
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.