El municipio de Mocoa está ubicado en el departamento de Putumayo, y de acuerdo con la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonía – Corpoamazonia, este territorio cuenta con 5 importantes fuentes hídricas: el río Mocoa, el río Caquetá, el río Putumayo, el río Cascabel y el río Mecaya, los cuales pertenecen a la extensa región amazónica, reconocida por tener la mayor parte de los recursos hídricos del país.
Los ríos Sangoyaco y Taruca son dos subcuencas que se desprenden de los principales caudales del municipio. Estos arroyos se encuentran altamente contaminados, lo que representa un gran riesgo para la sostenibilidad de los ecosistemas acuáticos de la zona y la salud de los habitantes. Así lo evidenció una investigación realizada por Soendra Mildred Cardona, magíster en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional – UNAL.
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Según explica la investigadora, en el análisis de dos muestras de líquido de cada afluente se encontró coliformes fecales (bacterias presentes en los intestinos y excremento de los humanos y animales) en grandes cantidades. Y la problemática ambiental se debe a que desde el 2017 cerca de 110 familias se han asentado de manera irregular en las orillas de los ríos; dichos hogares no cuentan con alcantarillado y en consecuencia la comunidad desecha sus aguas negras en el Sangoyaco y Taruca.
“Inicialmente los ríos Sangoyaco y Taruca se utilizaban para transporte, caza, pesca y actividades recreativas. Sin embargo, cuando el municipio de Mocoa se expandió hacia la zona norte, los habitantes tomaron estas dos fuentes hídricas como vertedero de agua residual, haciendo que todo el panorama de recreación o actividad pesquera cambiara y se convirtiera en el sistema de alcantarillado del municipio”, detalló Betancourt.
El estudio concluyó que, la capacidad de resiliencia de las microcuencas se redujo sustancialmente, por lo que se hace necesario la implementación de acciones institucionales para evitar que los ecosistemas acuáticos sean destruidos. Además, resalta con preocupación la alta probabilidad de contraer enfermedades a la que están expuestos los habitantes, pues el agua no es apta para el consumo humano.
Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.