jueves, noviembre 21, 2024
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#Opinión: Reflexiones sobre la niñez en el contexto rural, nada para celebrar 

El 29 de abril se conmemoró el Día del Niño. Sin embargo, en el campo colombiano no hubo nada para celebrar. Los 11,4 millones niños y niñas que viven en la ruralidad transitan sus vidas entre el olvido y la exclusión, con pocas posibilidades de romper con el espiral de la pobreza. ¿Qué proponen los presidenciables?

La semana pasada ‘Niñez YA’ organizó un debate de los candidatos presidenciales con niños y niñas. Estaba programado desde hace meses y la idea era que desde distintas regiones del país se plantearan a los candidatos sus inquietudes. No obstante, solo Petro asistió.

Esto es un claro reflejo del débil compromiso que tienen los candidatos con la niñez y la educación. Claro, ellos y ellas no votan, y mucho menos los del campo.

Cifras de la niñez rural: entre la inequidad y la desprotección

El 30% de la población rural está constituido por niños y niñas, y enfrentan de manera cotidiana los males endémicos del campo colombiano: pobreza, exclusión, violencia y baja esperanza de vida escolar.

En efecto, uno de cada tres niños en el campo se encuentra en situación de pobreza, cifra que triplica la de sus pares urbanos. La tasa de mortalidad infantil en el sector rural duplica la tasa urbana, y los niños viven su infancia enfrentados a fenómenos como el reclutamiento y el desplazamiento forzado, la violencia sexual, el embarazo precoz y el trabajo infantil.

Según el Censo Agropecuario, el 20 % de la población entre los 5 y 16 años no asistió a ninguna institución educativa. De 100 estudiantes que ingresan a la escuela en las zonas urbanas, el 82% completa su educación, en tanto que en las zonas rurales sólo el 48% lo hace. Además, solo 4 de cada 100 habitantes de la ruralidad dispersa tienen estudios superiores.

Y es que en el campo el trabajo infantil alcanza la dramática cifra del 15%. Se trata de una cuestión polémica, ligada a cuestiones culturales y a dinámicas sociales particulares del campo.

La participación de los niños en algunas actividades agropecuarias favorece el diálogo intergeneracional, la transferencia de saberes ancestrales y la seguridad alimentaria. No obstante el límite es difuso, y cuando el trabajo se traduce en la afectación del desarrollo físico y mental de los niños y en el abandono de sus estudios, se da una situación de vulneración de derechos absolutamente inaceptable.

¿Qué proponen los candidatos presidenciales para la niñez rural?

La educación es la herramienta privilegiada para la movilidad social. Por ello, al acudir a las urnas los habitantes rurales, y todas las personas comprometidas con el desarrollo rural, deben analizar con espíritu crítico la agenda de los presidenciables para la educación rural.

Ahora bien, tal como ocurre con el currículo, existe una agenda pública y otra oculta. En su discurso público todos los candidatos le apuestan a la jornada única y a mejorar el acceso a la educación superior.

Petro propone implementar la jornada de 8 horas en educación primaria, básica y media, y priorizar a los estudiantes campesinos para ingresar a la educación superior pública y gratuita.

Fajardo, por su parte, apunta a garantizar la cobertura universal de la educación inicial y promete crear alianzas educativas entre instituciones públicas de educación superior y sectores productivos para garantizar una educación superior rural de calidad.

La principal apuesta de De la Calle es generar estructuras para crear una vida más digna y motivar a los jóvenes rurales a ver su futuro allí. Para ello propone aumentar la esperanza de vida escolar en las áreas rurales de 5 a 9 años, implementar nuevos modelos educativos con énfasis en la seguridad alimentaria y en la generación de ingresos, y garantizar la Universidad para todos.

Vargas Lleras busca garantizar una cobertura total en el nivel inicial y fortalecer la educación superior en las regiones.

El uribismo, finalmente, a través de Duque, apunta a fortalecer la formación técnica en los últimos tres años de la educación media y las universidades públicas.

La deuda con la niñez rural

Las propuestas coinciden en lo fundamental. Pero el discurso oculto, puede revelar otra cosa. El plantón de (casi) todos los candidatos a los niños de la Colombia rural muestra el lugar irrelevante que el tema ocupa en las prioridades de quienes decidirán los rumbos de Colombia durante los próximos cuatro años.

Ante ese panorama, urge privilegiar modelos capaces de responder con acciones reales a la dramática exclusión del mundo rural del acceso a una educación emancipadora. Si la deuda de Colombia con sus campesinos es ya de por sí grande, la que tiene con los niños es impostergable.

Si nuestros niños ya no están destinados a la guerra, su alternativa no puede ser el olvido y la pobreza.

Por: Mariana Córdoba- ACPO

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