Alimentos como el frijol seco, yuca, plátano, condimentos típicos como la chilma, el chirarán, la chigangua o la albahaca, son la base gastronómica de este municipio costero, cuyas comunidades se involucran en la creación del Plan Alimentario y Nutricional Indígena y Afro del municipio de Tumaco (Paniat).
“La posibilidad de hallar ingredientes diversos, la influencia cultural del Pacífico, de Nariño y Ecuador fueron un tema transversal a la hora de crear el Paniat” así lo explicó el profesor Fabian Ardila Pinto, investigador de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), en la Maestría en Políticas Públicas.
En la publicación Narrativas y Redes en la Formulación del Plan Alimentario y Nutricional Indígena y Afro del municipio de Tumaco, se destaca que este plan fue una iniciativa de las comunidades, entidades, agencias de cooperación internacional, de la UNAL Sede Tumaco y del Observatorio de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (OBSSAN), a la cual está adscrito el docente Ardila.
En este observatorio se realizó una cartografía social de visita a comunidades para entender sus necesidades más inmediatas y así, realizar un proceso de correlación entre las comunidades y las instituciones, orientado a que estas colectividades encuentren productos sin necesidad de comprarlos en el casco urbano.
Según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional, la inseguridad alimentaria de la región llega al 57,4 %, el 48,7 % de los pobladores de la zona urbana tienen necesidades básicas insatisfechas, y esa cifra llega al 59,3 % en las zonas rurales; estos y otros datos se registran en el libro. Cabe mencionar además que Tumaco tiene un Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) del 84,5 % para toda la población y un 96,3 % para el área rural.
A su vez, Ardila menciona que “en una visión clásica la seguridad alimentaria se enfoca en el acceso y la disponibilidad de alimentos, es decir al tema nutricional, pero se obvian visiones como el derecho humanitario a la alimentación, la soberanía alimentaria, y eso cambia en cada comunidad, como con los raizales o afro o indígenas, lo que lleva a que estos se adapten a los contextos particulares”.
Como resultado de su investigación se encuentra que las políticas públicas necesitan de una mayor participación comunitaria que tenga acciones de veeduría, dado que el Paniat no tuvo un gran impacto, pese a tener una alta participación en aquellas poblaciones afectadas. “Resulta frustrante para las comunidades haber estado activas en el proceso, y que al final la política no se implemente”, mencionó Ardila.
Por: Luznery Barreto Duarte. Periodista.
Editor: Lina Maria Serna. Periodista – Editora.