El Altiplano cundiboyacense, antiguo territorio del pueblo muisca, se caracteriza por los saberes y tradiciones culturales que actualmente conservan sus habitantes. Conocimientos que pasaron de generación en generación, y que a pesar de los avances de la modernidad, se mantienen casi intactos. La gastronomía es uno de los tesoros ancestrales de este territorio, pues además de la variedad de sabores que se pueden encontrar, los platillos y bebidas ofrecen nutrientes y vitaminas indispensables para el ser humano.
La chucula, es una de estas bebidas ancestrales, preparada de forma artesanal y a base de ingredientes totalmente naturales. Son siete granos los que componen la auténtica chucula; haba, arveja, cebada, trigo, garbanzo, maíz y lenteja. Que después de ser tostados y molidos, se mezclan con un melado que se prepara a partir de agua y panela, y que ha hervido a un punto exacto para que no se cristalice.
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Adicionalmente, se le agrega chocolate amargo, canela y clavo. Es un proceso de paciencia y atención, pues la consistencia adecuada solo se consigue estando pendiente; ni muy dura ni muy blanda. Cuando se tiene lista la preparación, se amasa en bolitas más o menos grandes, en algunos casos también se utiliza un artefacto conocido como troquel o molde. Finalmente, se venden en bolsas de 4 o 6, y al gusto del consumidor, la podrá preparar en agua o en leche.
Esta bebida, contiene dos ingredientes muy importantes para el país y sus habitantes. Por un lado el maíz, cultivado desde la antigüedad y base de una variedad de productos culinarios, que además proporciona un alto contenido de hidratos de carbono y una excelente calidad en sus aminoácidos. Por otro lado, está la panela, que cuenta con vitamina C y minerales como potasio y hierro, endulzante natural que al no pasar por proceso de refinación, conserva todas las características de la caña.
A partir de sus ingredientes, la chucula de 7 granos no contribuye solamente a una alimentación saludable, sino que además es una forma de apoyar a los pequeños y medianos productores del campo, que mantienen con esfuerzo sus cultivos de caña, maíz y cacao.
Por: Karina Porras. Periodista – Editora.