Bellanira Méndez nació el 16 de mayo de 1985 en Florencia, Caquetá, al sur de Colombia. Se siente orgullosa de ser criada en el campo, de considerarse campesina, desde niña asumió labores con la finca de sus padres, don José Méndez y María Estela Silva, quienes le inculcaron siempre buenos valores.
“Yo trabajaba vendiendo ropa y lociones por catálogo de pueblo en pueblo, también trabajé en el campo sembrando plátano, yuca y verduras, pero pues por el cambio de clima y los bajos precios, ya todo lo que se cultivaba disminuyó, entonces la gente empezó a sembrar coca por el costo mayor de venta, que brindaba un alivio para salir de la crisis económica. Por un tiempo funcionó, pero después llegaron las erradicaciones y todos los que vivíamos de la coca terminamos sin nada y volvieron los problemas para mi y para el campo”.
Entre muchos pensamientos Bellanira decidió migrar a la ciudad de Florencia, pues en el campo ya no veía progreso, lastimosamente, el campo está lleno de riquezas pero los campesinas no cuentan con los recursos para explotar esas riquezas, y por el contrario, se encuentran a la deriva con problemas económicos, viales, de salud, entre otros.
“En Florencia conocí a mi esposo que estaba recién salido en el proceso de reincorporación que había hecho el Gobierno y las FARC; nos casamos y empezamos a trabajar juntos fuertemente, él en construcción y yo vendiendo lociones por catálogos. Juntos estudiamos para podernos graduar de bachilleres y así tener un mejor trabajo, porque en la ciudad si no eres bachiller no consigues un empleo digno”.
Para Bellanira, poder formarse es una gran oportunidad para crecer como persona, entender el mundo que la rodea y abrirse paso a nuevas oportunidades. Esta mujer rural reconoce que la situación para la gente del campo es muy compleja, pero siempre lucha por superarse día con día.
“Un día nos citaron la Agencia para la Reincorporación y la Normalización – ARN a una reunión y allí conocí el proyecto MIA del Fondo Europeo para la Paz que implementa ACPO, yo me interese mucho y les pregunté que si por ser esposa de un excombatiente tenía derecho de hacer parte del mismo y ellos muy amable me respondieron que sí.
Desde ese momento les di mis datos y a los 3 días me agregaron al grupo donde empecé las formaciones del curso Mi Proyecto de Vida en el Campo mediante guías que me entregaron por medio de las Escuelas Digitales Campesinas – EDC. Mii facilitadora nos ha ayudado mucho a entender y seguir mi proceso de formación, he aprendido desde lo más básico que es conocerme a mí misma hasta lo más avanzado, que es conocer las necesidades de mi comunidad”.
Ahora ella expresa que se siente muy feliz por tener la oportunidad de formarse y contar con el apoyo del proyecto en cada actividad. Ella tomó parte de su tiempo para contarme este pequeño fragmento de su vida y reflexionar sobre la misma, a veces es bueno escucharnos entre mujeres y apoyarnos, me concedió también su permiso para compartir su historia con Colombia y que puedan conocer las circunstancias de la ruralidad.
Quiero resaltar, en mi rol como facilitadora educativa, que es una mujer muy dedicada y recalca su disposición en continuar aprendiendo junto a este proyecto que llega al Caquetá gracias al Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea y es implementado por Acción Cultural Popular – ACPO, Diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Por: Diana Marcela Marín. Facilitadora educativa del proyecto MIA.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.