“Campesino yo, claro que si profe, cada día que amanece, en claro oscuro del rio Curvarado, mi corazón ronca de agradecimiento porque volví a ver un amanecer sin el miedo a la persecución nefasta de la guerra, porque mis ojos brillan ante la inmensidad de la naturaleza, sin tener que pensar que tengo que calzarme mis botas para emprender la marcha libertadora de la revolución, ahora me meto mis botas para ir a la platanera, a sembrar y recoger sus frutos”.
Fue la respuesta a la pregunta del profe de las Escuelas Digitales Campesinas que vive dentro de la comunidad del ETCR Silver Vidal Mora en El Carmen del Darién, Chocó. La pregunta ¿ahora en esta nueva vida se sienten campesinos, por sus nuevas actividades?, y así contestó uno de ellos que prefiere que su nombre no aparezca en este artículo.
“Mi familia está conmigo y veo la sonrisa de mis hijos, cuando a la media mañana llego para desayunar con ellos y corren a mis brazos, profe eso no tiene precio, y se lo voy a agradecer siempre a Dios, a la vida, a mis comandantes y a tantas personas que hicieron esto posible. Y hasta a usted que se aguanta tantas cosas por hacer de nosotros mejores personas para la nueva vida”.
En el mes del campesino es importante que toda Colombia se entere que tenemos unos nuevos habitantes rurales, que están luchando por darle un golpe a la tierra, esta vez con el azadón y el machete, sin fusiles, para producir alimentos y cultivos que les ayuden a vivir mejor, que además sean la despensa de muchas personas en las grandes ciudades.
Es Indiscutible que estas personas están dando todo de sí, dejando toda una vida atrás para volver a ser comunidad, así que ¿Por qué no asumir, usted como lector una posición de perdón y reconciliación? Entendiendo que perdonar es lograr recordar sin rencor, para que mañana todos podamos vivir dentro del territorio colombiano en paz y con la satisfacción de un proceso que llegó a feliz término.
Este conversatorio enmarcó sueños, ilusiones y pasiones, especialmente en las mujeres que quieren convertirse en campesinas empresarias, que puedan hacer muchas cosas con los materiales que les da el campo. No solo con el plátano, también quieren sembrar maracuyá y hierbas aromáticas, que puedan transformar y llevar a los grandes mercados, también quieren aprender a coser y hacer prendas de vestir.
Por eso hoy se preparan en el curso de asociación y emprendimiento de las EDC, con el proyecto MIA (Mujer Mestiza, Indígena y Afrodescendiente) de la Unión Europea, buscando las herramientas necesarias para lograr crear sus propias empresas y entrar a la vida civil de manera efectiva.
Si quiere saber más del proyecto MIA y la Unión europea consulte www.fundacionacpo.org.
Por: Miguel Ángel Arango Cifuentes. Facilitador educativo del proyecto MIA.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.