Quisiera iniciar diciendo que mi intención es escribir este texto con mi mirada profesional, como facilitadora educativa de Acción Cultural Popular – ACPO en Buenaventura, pero me es infinitamente imposible, el orgullo y la conmoción se apoderan de mis letras en este escrito. Soy testigo de una historia, de un cambio y además hago parte del mismo de una manera que no sé describir si es bella o prometedora.
Desde agosto de 2019 me uní como colaboradora en organización que me dio mi primera oportunidad laboral, la Fundación Acción Cultural Popular creyó y confió en mí la responsabilidad de ser quien representa a la organización en uno de sus proyectos, el cual lleva por nombre “Comunicar y Proteger la Paz: Defendiendo a nuestros defensores”.
No negaré que el proyecto encajó a la perfección con mis expectativas, pues es en mi territorio, mi ciudad natal Buenaventura y aparte me permite ejercer lo que amo, la comunicación social, en todo su esplendor desde el campo de la educación con un enfoque cultural.
El punto es que transcurrieron los meses y cuando creí que ya finalizaría esta experiencia llegó el momento más significativo. Después de superar los retos que impuso el COVID-19 para la ejecución del proyecto llegó el paro nacional. Dicho lo anterior, debido a que la organización que me fue asignada en el proyecto, lidera las movilizaciones que invitan a los bonaverenses a reclamar sus derechos como comunidad afro que ha sido olvidada por el Estado.
Por esta razón, tuve que asistir a una de las movilizaciones, esta vez no como ciudadana sino como profesional en comunicaciones, fui con mi cámara y mi mayor disposición a la marcha 28A de Buenaventura y fui testigo.
Pero ustedes se preguntarán ¿testigo de qué? Pues bien, soy testigo de la construcción de una historia que se escribe a nivel nacional, testigo de lo que probablemente en algunos años se dictará en las aulas de clase de mis hijos, sobrinos y nietos.
Pero algo que me cautivó de presenciar esta marcha es la resiliencia del pueblo bonaverense, el cual luego del Paro Cívico les dejó heridas irreparables e inolvidables, y a pesar de continuar en las mismas condiciones luego de una lucha multitudinaria contra el Estado.
Las personas de Buenaventura ese miércoles demostraron que no tienen razones para dejar de resistir, y que al contrario, deben demostrar de qué están hechos los porteños. Fui testigo de cómo los jóvenes líderes del proyecto ejecutado por ACPO y la Alianza por la Solidaridad, lideraban el camino que seguían miles de personas en la marcha. Mientras cantaban, bailaban y se empoderan de sus conocimientos en comunicación, realizando fotografías que inmortalizaron este simbólico e inédito momento.
Fui testigo y partícipe, fui una ciudadana que lucha y resiste ante la injusticia, fui una más de las que caminó cerca de 8 kilómetros para que se garantice el derecho a la vida digna.
Por: Lina Hurtado. Facilitadora del proyecto Comunicar y Proteger la Paz.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.