En muchas ocasiones yo he observado el comportamiento de algunos campesinos respecto al precio de los productos que cosechan, es mucho el trabajo, tiempo y dinero que dedican a sus cultivos para el precio que se le da al consumidor. Lo cierto es que los pagan muy mal y apenas alcanza con el gasto de producción, a mí me duele el campo y la indiferencia del Estado al ver esta situación.
El trabajo en el campo requiere de mucho estado físico y tiempo de dedicación. En Maripí los productos que se cosechan son orgánicos en su mayoría; por ejemplo, mi madre es una mujer muy trabajadora que se preocupa por la salubridad de sus cosechas, a pesar de esto, cuando sale a la plaza a vender sus productos, los consumidores se quejan y dicen que el precio es muy alto.
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Es por esa razón por la que muchas veces hemos tenido que abandonar la finca, aunque amamos el trabajo en el campo, pero a veces no nos alcanza ni para subsistir a mi mamá, mi hermana y a mí. Sin embargo, volvimos a la finca, yo siempre trato de ayudarle a mi madre, nosotros cosechamos la caña y el maíz en una finca que mi mamá cuida, pues no poseemos terreno propio.
Mi sueño es tener una finca propia donde los cultivos de caña aporten a la empresa de nosotros los jóvenes del proyecto Maripanela. Sé que esta es una gran iniciativa que aportará grandes beneficios a los jóvenes maripenses.