Para nadie es un secreto los estragos causados por la pandemia, largas cuarentenas, el inesperado cierre de colegios y escuelas, la deserción estudiantil y todo sumado a una serie de fenómenos que dejan un largo número de niños y jóvenes sin acceso a la educación básica o media. Este problema se agudiza y la brecha en la educación rural del país cada día va aumentando, y aunque el Ministerio de Educación trata de lanzar medidas para mitigar el flagelo, es insuficiente porque la desigualdad crece.
La brecha social y educativa en todos los sectores nos dejan con la clara visión de que las zonas más afectadas son las rurales, no sin tener en cuenta que la educación urbana también cuenta con problemas y fallas del sistema, pero cientos de estudiantes en la ruralidad no cuentan con las condiciones mínimas para el disfrute y la atención que debieran tener.
La baja calidad, la ausencia del Estado, la falta de infraestructura, las precarias condiciones de algunos centros educativos y el poco interés en la dotación de elementos como internet y herramientas tecnológicas para facilitar este derecho a miles de educandos, se suman para que la educación en Colombia esté en retroceso.
El mundo cambia y más allá de seguir aplicando las mismas medidas cada año, debemos implementar políticas públicas que abarquen las necesidades de cada territorio e involucren herramientas tecnológicas y de conectividad efectivas. Es necesario que realmente los recursos se inviertan y se destinen para mejorar los procesos en las instituciones, además es importante que se capacite a docentes y directivos en pedagogías innovadoras que respondan a cada necesidad que plantea esta nueva forma de educación volcada a la virtualidad.
Por: Edgar Chitiva Guzmán. Facilitador educativo de ACPO.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.