Bogotá confía todas sus necesidades a la nueva administración.
Por Rubén Gil
Bogotá es la ciudad más grande de Colombia con un número aproximado de siete millones de habitantes; por tanto, es la ciudad capital que más atención reclama cuando de gobernarla se trata. Hablar de Bogotá no es simplemente referirse a un complejo de construcciones con autopistas. Bogotá es mucho más que eso. Bogotá es vida. En ella no solamente viven personas de toda Colombia sino del mundo entero. Personas de todos los estratos y culturas. Algunos con suficiente capital como para vivir una vida placentera, pero muchos más con carencia de lo necesario para llevar una vida digna. Las localidades periféricas de Bogotá están habitadas por un inmenso número de desplazados, desmovilizados, y, en general, por personas que viven en la pobreza. Gobernar Bogotá no es una tarea fácil puesto que se requiere observar a la minucia todas las necesidades de sus habitantes y priorizarlas. Algunos se quejan por tanta inseguridad, otros por el mal servicio de transporte y el tráfico lento, otros por la regular prestación de los servicios de salud, otros por el alza en los servicios públicos, y otros pocos por el mal gobierno. Se enumerarían muchas más pero los anteriores son los más inquietantes.
Aproximadamente dos millones ochocientos mil habitantes de la ciudad de Bogotá votaron el pasado 25 de octubre de 2015 por uno de los candidatos a la alcaldía mayor. Y como en un sistema político democrático el gobernante electo es aquel que más votos recibe a su favor, en esta ocasión le correspondió a Enrique Peñalosa, quien gobernará la ciudad a partir del 01 de enero del 2016 hasta el 01 de enero del 2020. Al nuevo alcalde le corresponde atender las necesidades de los habitantes de la Bogotá actual que tal vez difieren en alguna medida de la Bogotá que él mismo gobernó entre 1997 y 1999. La gran ventaja del próximo alcalde es la experiencia adquirida en el cargo. Algunas de las palabras de Peñalosa después de ser elegido fueron las siguientes: “nuestro gobierno será de todos, sin exclusión de nadie. Será de todos los ciudadanos que quieran trabajar por Bogotá con esfuerzo e integridad… El único propósito es hacer un buen trabajo para mejorar la calidad de vida de todos, tomando decisiones responsables para un progreso de verdad …. Vamos a construir un sueño colectivo, una visión de lo que debe ser la ciudad, no solo para nosotros, sino para nuestros hijos y nietos… Vamos a recuperar la autoestima, vamos a hacer una Bogotá a la altura de nuestros sueños más ambiciosos… una Bogotá de la que estemos orgullosos frente a Colombia y el mundo… Para mí los ciudadanos de menores recursos serán mi máxima prioridad. Trabajaré por que haya igualdad, por ahora no de ingresos, pero sí de oportunidades”.
En conclusión, independientemente de si el nuevo alcalde cumple o no sus promesas, la tarea de hacer una Bogotá diferente en donde haya sentido de pertenencia, no solo por las cosas materiales sino más importante aún por lo más necesitados, es de todos los que la habitan.