Las abejas angelitas son un grupo de abejas sociales pertenecientes a la familia APIDAE, que se caracterizan por tener una canasta de polen en las tibias de las patas posteriores. Su subfamilia se denomina MELIPONINAE y se distinguen porque tienen un aguijón no funcional. Se encuentran distribuidas en las áreas tropicales del mundo y son apreciadas por la calidad de la miel que producen , ya que se le atribuyen propiedades medicinales muy importantes.
Además, son utilizadas para polinización de plantas silvestres, pues se calcula que alrededor de 25.000 especies de plantas dependen de una abeja que transporte el polen para su fecundación; por lo que la agricultura y la producción de alimentos soporta su cadena en la acción de este insecto.
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Un estudio realizado en conjunto por La Universidad de Kansas (KU) de Estados Unidos y la Universidad Nacional de Colombia, determinó que 7 de las 9 especies analizadas de estas abejas sin aguijón son altamente vulnerables al cambio climático.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC), se estima que durante este siglo las temperaturas subirán entre el 1.1°C y 6.4 ° C en todo el mundo. Lo que provocará ciertos desajustes entre el tiempo de emergencia de los polinizadores y el período de floración de las plantas. Así mismo cambios latitudinales y altitudinales en la distribución de plantas y polinizadores.
Actualmente, en Colombia se conocen alrededor de 100 especies catalogadas en el grupo de abejas meliponinas o nativas sin aguijón, de estas aproximadamente 30 especies son utilizadas para la meliponicultura y cerca de sus 200 cultivos dependen de estas. En los últimos años la técnica para criar abejas sin aguijón y aprovechar sus beneficios, se popularizó tras la firma del Acuerdo de Paz y su promoción de prácticas ambientales sostenibles.
Esta especie tiene una tolerancia térmica y su desarrollo se da en zonas tropicales, así que sus rasgos de distribución están muy restringidos y no pueden ser trasladadas de un lugar a otro con facilidad. Por lo que existe poca probabilidad de supervivencia si los nidos son expuestos a cambios de temperatura o traslados, y si sobreviven las abejas no logran cumplir su función de polinización correctamente.
Estas alteraciones en las interacciones planta-polinizador podrían amenazar la seguridad alimentaria, pues según cifras del estudio aproximadamente el 75% de la producción mundial de alimentos depende de la polinización animal.
“Muchas personas han movido colmenas, por ejemplo de Villavicencio hacia el otro lado de la cordillera en el valle del Magdalena; de Antioquia para Santander, o bajan de altitud especies que están en los Andes, causando una mortalidad grandísima”. Así lo aseguró Víctor Hugo González Betancourt, profesor asistente del programa de Biología de la KU para el Espectador.
Los investigadores hacen un llamado a la importancia de generar una normativa para la cría de abejas sin aguijón en Colombia, ya que a pesar de que el mayor número de especies y criadores de abejas se encuentran en la región Andina, únicamente en la Amazonía existe una regulación para la crianza de estas.
Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.