martes, diciembre 3, 2024
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A sintonizarse con el país

 “¡Cómo goza medio mundo con el ritmo de la Costa! Qué buena, charanga, qué suave…Se baila…”

Por: Juan Carlos Pérez Bernal 

Esta hermosa charanga campesina del gran Calixto Ochoa nos  la hemos gozado  a más no  poder desde la  década del 70…

Foto: Alfredo Guitierrez
Foto: Alfredo Guitierrez

¡Y a propósito! Cómo se parecen las expresiones charanga y carranga…Suenan a lo mismo, ¿no?…Por algo será, digo yo.

Por supuesto, comparten las mismas raíces; tienen la misma esencia campesina…¡Se nota en su picaresca y en eso que llamamos sabor!

“En la vereda de Velandia, del municipio de Saboyá, una cucharita de hueso me regalaron por amistad”…

Ahí está otro de los grandes, el maestro Jorge Velosa, desde esta  otra vertiente de la música andina colombiana…¡Y también nos lo hemos bailado!

Creo que no por pura coincidencia Velosa y sus carrangueros se tomaron ,musicalmente hablando, a Colombia  y a buena parte del mundo (¡Cómo olvidar su impecable presentación en el Madison Square Garden de Nueva York en 1981!)

“Esa noche daba gusto ver al hombre emparrandao

fue mucho el coplero bueno que se quedó arrinconao”, dice otra de las grandes canciones campesinas de nuestra Colombia, esta vez con la magistral interpretación del Cholo Valderrama, un llanero llanerazo, nacido en Boyacá.

Aunque quizás pocos se hayan percatado de ello, esa música que nos hace sentirnos más orgullosos de ser colombianos, tiene sus orígenes en los campos de nuestro país. Mejor dicho, sin campo no tendríamos ni estas ni muchas otras joyas. Así es: comemos gracias a nuestros campesinos, y nos alimentamos espiritualmente también gracias a nuestros campesinos.

Por momentos (largos momentos) parece que olvidáramos esa realidad…Pero es así. Como lo dice el jefe musical de Radio Nacional de Colombia, Jaime Andrés Monsalve,  “si bien algunos de los géneros que nacieron en lo rural han cobrado un espíritu diferente y urbano gracias a su paso por la academia, como ha ocurrido en el caso del bambuco y del pasillo, otros géneros continúan teniendo una razón de ser en el campo”.

Y tenemos otros sonoros nombres como los de Andrés Landero (La pava congona) , Pablito Flórez, con sus sabores del porro; Juancho Polo Valencia y su Alicia Adorada; Pacho Rada  (La lira plateña); o los  grupos andinos  “Campo y sabor”; “Los Filipichines”  o “Rumbambuquiando”…Y, ¿Por qué no?, “Herencia de Timbiquí”; “La Bámbarabanda” y San Miguelito…¡Se quedan muchos otros  por fuera!

Lo cierto es que nuestros aires campesinos siguen alegrando a muchos corazones, pero se difunden  muy poco entre las grandes audiencias de nuestro país, sin desconocer el meritorio trabajo de la Radio Nacional de Colombia.

Creemos que ello obedece, especialmente,  a que a muchos de nuestros radiodifusores -con honrosas excepciones‑ les falta sintonizarse con el país…Quizás por ello el mismo Jorge Velosa cantó y se quejó:

¡Ah malaya quién pudiera ser dueño  de una emisora,  p´a poner a toda hora, musiquita del país!

Porque  “Dicen que en otros lugares su música es lo primero”… ¡Aquí también debería ser lo primero!…Entonces, otro gallo cantaría…

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  1. Muy importante lo que rescatas Juan Carlos en tu escrito. La idea de que en el campo encontramos nuestro alimento y también aquel alimento espiritual es vital, teniendo en cuenta lo polusionadas que están nuestras urbes y lo necesario que se hace volver la mirada y la oreja hacia nuestros campos. Gracias por recordárnoslo.

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