La lucha de los campesinos por la tenencia de la tierra no es nueva, agrupaciones de labriegos se han organizado para trabajar la tierra de forma colectiva desde mediados de la década de los ochenta con el fin de establecer cadenas de comercio local, el cultivo de sus propios alimentos y especialmente el derecho a vivir en un territorio digno.
Por: Andrés A. Gómez Martín.
El debate está abierto, en el senado de la república se discute sobre la viabilidad de las zonas de reserva campesina que se plantean como una forma de propiedad rural para los campesinos, las tendencias políticas están encontradas en torno a este tema fundamental en el marco del proceso de paz. Por un lado la oposición al gobierno declara que esta figura jurídica es una oportunidad para crear pequeños estados independientes que se saldrían del control de la institucionalidad, por otro lado la propuesta de los sectores sociales y en especial de las comunidades campesinas resalta la importancia de las ZRC, como una forma de crear condiciones óptimas para la paz y esto porque bajo esta figura se les posibilitaría obtener la propiedad colectiva de la tierra y sobre todo se les garantizaría el derecho a trabajar, cultivar y generar comercio de forma local y regional.
Según el Centro de Memoria Histórica, las zonas de reserva campesina tienen sus antecedentes en las protestas que realizaron los campesinos colonos que llegaron al Caquetá, Putumayo , sur del Bolívar y Guaviare en la década de los noventa. Las exigencias de los campesinos eran simples pero contundentes, requerían asistencia técnica por parte del estado y también pedían que se le dieran otras opciones de cultivos diferentes a la coca.
En esencia las zonas de reserva campesina son espacios geográficos que cuentan con el reconocimiento jurídico por parte del estado en donde los campesinos pueden desarrollar proyecto productivos, también el crecimiento y fortalecimiento de procesos sociales organizativos y culturales que le dan al campesino mejores perspectivas de vida en el mundo rural.