Que la comunicación y las relaciones sociales han sufrido una metamorfosis como consecuencia de la pandemia es casi una perogrullada; que las pantallas se han convertido, más si cabe, en protagonistas de las cuarentenas sufridas, también, y que el confinamiento ha sido el escenario de las obras de la vida representadas durante más de un año queda patente en su elección como palabra del año por la Fundación del Español Urgente (Fundéu-RAE).
Este número de Análisis ha pasado en silencio, pese al ruido que puedan hacer algunos de los artículos que recoge, entre las publicaciones del campo de la comunicación. En parte por su lanzamiento en el período intersemestral y también porque el volumen correspondiente al segundo semestre se publicó casi seguido.
Esta edición quería ser una “especie de ajiaco de Bogotá” (cual sopa de Wuhan) en la que se “recogiera una parte del sentir académico bogotano, colombiano y latinoamericano en general, sobre lo que se estaba pensando durante la pandemia, sobre la pandemia y por efecto de esta”.
Partiendo de la base de que narrar, independientemente del lenguaje y del medio utilizado, nos ayuda a sanar y sanar-NOS, como ha quedado claro durante esta ya larga crisis sanitaria, se quería contar con “Relatos ´envueltos` por coronavirus o ´revueltos` por el virus” y con “Reflexiones tal vez no tan académicas, sino más bien sentidas, más del corazón que de la cabeza, cercanas a lo sentipensante”. Todo ello con la idea de contribuir a la lucha contra el miedo provocado por la covid-19, contra la pérdida de libertades y derechos y para que la dictadura del encierro no tumbara la democracia de las reuniones y de los contactos físicos y sentidos.
Queríamos que desde la experiencia docente e investigadora habida bajo la obligada virtualidad nos contaran y narraran los sueños e inquietudes provocados por la pandemia. Narrativas para soñar y “seguir existiendo en este mar de incertidumbres al que nos ha llevado a navegar el coronavirus sin dejarnos aprovisionar para la ocasión”, haciendo “añicos las seguridades de la anterior realidad” y que nos han llevado a una “nueva normalidad”, como si lo de antes fuera normal (si es que eso existe).
El volumen ha reunido una heterogénea selección de artículos; unos, directamente vinculados con la comunicación, las relaciones sociales y el coronavirus, y otros, fruto de reflexiones dispares pero provocadas y pergeñadas en estos tiempos difíciles. Así, pueden leer sobre: la agenda noticiosa creada por las redes virtuales alrededor de la violencia en Venezuela; la educación pública en Bogotá durante la pandemia, en la que docentes y orientadoras han tenido que recurrir a otras estrategias críticas y transformadoras.
La cobertura mediática de The New York Times a algunos de los tiroteos que sucedieron en escuelas de los Estados Unidos; el poder para la construcción de la realidad que atesoran las imágenes, preguntándose si estamos en un cambio de paradigma sobre su rol en la sociedad; la necesaria construcción de paz desde un ámbito como la enseñanza del idioma inglés; una mirada al proceso de inclusión de estudiantes afrodescendientes en la Universidad Santo Tomás en Bogotá; la concepción de la ciencia desde la diversidad cultural del profesorado de ciencias naturales y educación ambiental en Colombia.
La educación como uno de los epicentros de las desigualdades sociales de las mujeres en el país andino; un acercamiento a la Ética de Spinoza para concluir que libertad y necesidad son conceptos plenamente compatibles; un abordaje de los posibles nexos existentes entre conocimiento y práctica humana a partir del libro VII de La República de Platón; una propuesta para abrir la posibilidad de constitucionalizar un pensamiento cívico, y por último, el que firma quien esto suscribe, y que es una especulación acerca de la comunicación y el contacto en la pandemia a partir de un recorrido virtual por una pinacoteca ad hoc con obras que sirven como metáfora de lo que estamos viviendo.
El resultado es “una sopa intelectual y autóctona atravesada por la comunicación y por esas metamorfosis sociales sufridas en el mundo, para lo bueno y para lo malo, durante la pandemia en la que todavía nos encontramos y que nos debería llevar a reflexionar sobre esas frases de Hilel el Sabio que cita Bernard-Henri Lévy en Este virus que nos vuelve locos: ´Si no me ocupo de mí, ¿quién lo hará?`, pero ´Si solamente me ocupo de mí, entonces ¿qué soy?`”.
Si quieren saborear tan ecléctico ajiaco bogotano elaborado con viandas de producción nacional e internacional, lo pueden hacer en este enlace. ¡Buen provecho!
*Esta nota periodística no representa la postura de Acción Cultural Popular – ACPO organización dueña de la marca registrada Periódico El Campesino y elcampesino.co. Con ello, tampoco compromete a la organización ni al periódico en los análisis realizados, las cifras retomadas, los entrevistados que aparecen, entre otros.
Por: Ignacio «Iñaki» Chaves – Consejo Editorial El Campesino.