De acuerdo con el Nuevo Atlas Mundial de Brillo Artificial del Cielo Nocturno, un documento elaborado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de la Contaminación Lumínica, de Thiene, Italia; la contaminación lumínica se define como la alteración de los niveles de iluminación natural nocturna provocada por fuentes artificiales de luz.
Además, el estudio revela que esta problemática ambiental tiene grandes afectaciones para los entornos, pues los residuos de las farolas de luz aumentan la polución del mundo (contaminación del medio ambiente producida por los residuos procedentes de la actividad humana, o de procesos industriales o biológicos) en un 6% cada año. Así mismo, determinó que el 83% de la población mundial convive con cielos saturados de luz, es decir que la mayoría de las personas del planeta ya no tiene la oportunidad de observar las estrellas.
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En materia de biodiversidad las consecuencias también son visibles, por ejemplo las tortugas al nacer confunden las luces con la luz de la luna sobre el mar, por lo que toman un rumbo equivocado y terminan siendo víctimas de predadores o de la deshidratación. Las aves migratorias también ven alterada su hoja de ruta, desorientadas por las luces de las grandes ciudades; y las luciérnagas no logran reproducirse de manera efectiva ya que los machos no son capaces de encontrar a las hembras debido a la sobre iluminación.
Ante el panorama desalentador, el joven alemán Tobias Trübenbacher, desarrolló un innovador sistema de iluminación autosuficiente, con el objetivo de contribuir a mitigar los impactos negativos de la contaminación lumínica y las emisiones de gases con efecto invernadero que se asocian al alumbrado público de las ciudades.
En el cumplimiento de su misión desarrolló Papilio, una farola compuesta por cuatro palas aerodinámicas de chapa plegada que el aire se encarga de mover, y una mini turbina eólica con forma de veleta la cual es capaz de convertir el viento en energía mecánica, para transformarla en electricidad a través de un generador integrado de 300 vatios, y posteriormente almacenarla en una batería recargable.
Conforme con la explicación de Tobias, el invento ya se ha probado en varios lugares de Berlín, en condiciones normales de viento donde lograron determinar que generan una media de hasta 12 voltios de electricidad en cualquier momento. Adicionalmente, las farolas están equipadas con sensores infrarrojos para que solo se enciendan cuando alguien pasa por delante.
Por lo que Papilio se convierte en una alternativa para iluminar ciudades enteras sin contaminación, ya que cada turbina es autosuficiente y puede funcionar sin necesidad de una infraestructura eléctrica. “Tenemos que combatir urgentemente la contaminación lumínica y la pérdida de biodiversidad que conlleva. Esto sólo puede ocurrir si las propias ciudades generan energía, a través de sistemas descentralizados e integrados localmente, y de productos más sostenibles repartidos en grandes cantidades por los espacios urbanos” aseguró el inventor alemán.
Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.