En el 2001 la Organización de las Naciones Unidas – ONU proclamó la conmemoración del Día Mundial de los Refugiados cada 20 de junio. Según lo explica la entidad, esta fecha tiene el propósito de reconocer a las personas refugiadas y desplazadas mundialmente; que se han visto obligadas a abandonar sus hogares por conflictos o persecuciones. Además, busca promover la toma de decisiones gubernamentales para que estas poblaciones no solo sobrevivan, sino que también prosperen.
De acuerdo con el Estatuto de los Refugiados de 1951, una persona refugiada se define como “aquella que por temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país”.
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Bajo esta definición, la Agencia de la ONU para los Refugiados – ACNUR, reveló que 79,5 millones de personas han abandonado sus hogares natales en el planeta, de las cuales 26 millones se encuentran en condición de refugiados, 4,2 millones están solicitando asilo en otros países y el 73% seleccionan naciones vecinas para migrar.
El panorama de los refugiados en Colombia
Según datos de la ACNUR, Colombia es el segundo país que más acoge refugiados a nivel mundial, con una cifra aproximada de 1,8 millones y provienen principalmente de Venezuela. Lo que representa el 40% de los venezolanos que solicitan refugio en todo el mundo.
A pesar de que la ONU establece que esta población debe tener los mismos derechos que los extranjeros residentes legales, incluyendo el acceso al empleo remunerado, a trabajar por cuenta propia, y a los servicios como la educación y la seguridad social; la realidad sugiere que en el territorio nacional no logran tener garantías para una buena calidad de vida.
Pues el Informe Nacional de Empleo Inclusivo realizado por la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia – ANDI, evidenció que la tasa de desempleo de estas personas es del 20,7%, aproximadamente el 40% trabaja en condición de informalidad y sobrevive con menos de un salario mínimo, y únicamente el 14% se encuentra afiliado al sistema de salud.
En consecuencia, la mayoría de los refugiados en Colombia no cuentan con una estabilidad económica que les permita cubrir los gastos básicos de salud y manutención, lo que los sitúa en una condición de alta vulnerabilidad. Y pese a la difícil situación social que se genera en los territorios, siempre deberá primar el derecho fundamental a la vida.
Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona. Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.