miércoles, diciembre 18, 2024
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Opinión: Reflexiones sobre la Plaza y la Basílica de San Pedro vacías

Él, como cabeza visible de la Iglesia, quiere dar consuelo y esperanza a los angustiados. Su bendición que, para los creyentes perdona los pecados, trae consuelo y él quiere arrojar luz sobre una noche que ha llegado y nos atemoriza porque no sabemos si en esta ocasión nos toca morir.

La semana pasada el Papa convocó a una bellísima ceremonia para enviar su bendición y su mensaje de Pastor a la ciudad de Roma y a todo el mundo. Obligado por la cuarentena que debemos cumplir todos por estos días, seguí la transmisión con cuidado, respeto y en silencio. Y quiero compartir mis reflexiones sobre lo que todos vimos en esta ceremonia sin orquesta, sin invitados que llenaran esa enorme plaza desocupada y mojada por la lluvia o el interior vacío de la basílica de San Pedro.

En primer lugar, veo al Papa caminando solo, bajo la llovizna al finalizar la tarde y cuando comenzaba la noche. Se mueve con cierta dificultad, despacio pero decidido, rítmicamente, para encontrarse en esa soledad con su Dios, como indicándonos la absoluta responsabilidad del ser humano frente a su propio camino y su destino. Él es un instrumento y un estandarte que nos dice que es en soledad, sin testigos, sin ningún acompañamiento ni bastón, frente a nuestra conciencia y frente a Dios, como tenemos que asumir las consecuencias de nuestros actos. “Heme aquí, Señor, para hacer tu voluntad”.

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En segundo lugar, él, como cabeza visible de la Iglesia, quiere dar consuelo, esperanza y fuerza a los angustiados y desesperados. Su bendición que, para los creyentes perdona los pecados, trae consuelo y él quiere arrojar luz sobre una noche que ha llegado y nos atemoriza porque no sabemos si en esta ocasión nos toca morir. La gente busca esperanzas y salida a la angustia. Todos nosotros la buscamos. Nos resistimos a creer que la vida nos puede ser arrebatada por un bichito que puso a temblar los fundamentos del mundo. Y el Papa nos quiere dar esperanza y paz, como la dio Jesús a sus apóstoles aterrados por la tempestad.

En tercer lugar, las imágenes de esa plaza magnífica y de esa enorme e imponente basílica completamente vacías, construidas para simbolizar en su momento el centro de la cristiandad, el eje de la Iglesia católica, dominadora del mundo, me dice que en el poder, en la pompa y en el derroche de toda esa belleza arquitectónica no está el Dios del pesebre de Belén ni el Jesús crucificado en el Calvario. La basílica de San Pedro, con toda su belleza y su historia, está vacía y es nada. Los trapos rojos, el incienso, la magnificencia de las ceremonias están ausentes y están lejos de la cuna de Belén, del Jesús que duerme en la barca en medio de la tormenta y del mismo Jesús que muere desnudo en la cruz.

Creo en la Iglesia del silencio. En la que tenemos que vivir hoy y siempre. En la que se entrega, como Jesús, a dar paz, sosiego y amor a quienes lo necesitan. A Dios se le descubre en los humildes, en los marginados, en los que no tienen donde refugiarse en una cuarentena y en los que ni siquiera recogerán las migajas del banquete de la mesa de los poderosos, porque ya no hay banquetes, ni pompa ni circunstancia.

Ahora, cuando nos reconocemos, a la fuerza, como débiles y vulnerables, cuando ni los príncipes ni los gobernantes ni los poderosos se libran del bichito, estamos encerrados para proteger la vida que, querámoslo o no, tenemos que entregar ahora o un poco más tarde.
Esto es un campanazo para todos nosotros. No solamente para los dioses de la economía y para los responsables del gobierno y del destino del mundo. Dios nos llama y nos dice: enfréntate contigo mismo. Mira para dónde vas y cómo estás haciendo tu camino. Porque, tarde o temprano, con o sin pestes o pandemias, tendrás que enfrentar tu vida y también tu muerte.

Gracias, Santo Padre, por esa hermosa ceremonia que nos da tanta paz y nos hace pensar en lo fundamental: para qué estoy aquí en este mundo, cómo estoy viviendo mi vida y cómo estoy preparándome para mi partida, que puede llegar ahora o llegará en algún momento.

*Esta nota periodística no representa la postura de Acción Cultural Popular – ACPO organización dueña de la marca registrada Periódico El Campesino y elcampesino.co. Con ello, tampoco compromete a la organización ni al periódico en los análisis realizados, las cifras retomadas, los entrevistados que aparecen, entre otros. 

Por: Bernardo Nieto Sotomayor. Equipo Editorial Periódico El Campesino.

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