En los distritos costeros de Barisal, Goplaganj y Pirojpur, en Bangladesh, encontraron una forma ingeniosa de hacer frente a las épocas más difíciles, siendo más adversa la temporada del monzón, que va de junio hasta finales de septiembre, y se caracteriza por las lluvias permanentes que dan lugar a crecidas e inundaciones y que no dejan tierra para cultivar.
Para afrontar la dificultad de no tener terrenos en los que sembrar, debido a que la mayor parte del año están sumergidos, las comunidades agrícolas construyen camas flotantes cubiertas con tierra y estiércol de vaca, sobre las cuales cultivan verduras, hortalizas y flores. Las semillas son insertadas en el centro de una bola de tierra; una vez brotan, son plantadas en la cama flotante, que funciona como fertilizante natural, haciendo que las semillas se desarrollen con normalidad.
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Estos jardines flotantes y ecosostenibles están hechos de Jacinto de agua y otras hierbas acuáticas que abundan en la región, y tienen la capacidad de elevarse o descender con el nivel del agua, evitando pérdidas del producto, trayendo beneficios sociales, económicos, agrícolas y ecológicos a la región.
Además, como es posible usar estos sustratos flotantes como balsas, moviéndolos de un lugar hacia otro, los agricultores pueden desplazar los cultivos a terrenos más elevados, y así jugar con los cambios de temperatura de cada estación, favoreciendo la germinación de las semillas.
Los cultivos de las camas flotantes pueden absorber los nutrientes principales como el nitrógeno, el potasio y el fósforo por debajo del agua, de manera que no hay necesidad de aplicar fertilizantes. Esta práctica reduce la contaminación de los fertilizantes químicos y las verduras crecen comparativamente más rápido en las camas flotantes que en el suelo.
Y a pesar de que se requiera una gran cantidad de trabajo físico y tiempo empeñado tanto en la realización de los jardines como en la siembra, las plataformas flotantes no representan costos, dado que los recursos para su elaboración son abundantes en la región, como lo es el Jacinto de agua.
Este método ya se usaba en la época prehispánica en México por los aztecas que construían chinampas (jardines flotantes) en los canales del Lago Texcoco. Esta tradición ha sido rescatada por las comunidades de Bangladesh, y es inculcada a las siguientes generaciones.
“Antes de la agricultura flotante, solíamos ir a buscar trabajos a lugares lejanos para ganar algo de dinero. Con la agricultura flotante nuestros cultivos no se dañan, incluso si llueven cinco días seguidos”, dice Haripodo, granjero y habitante de la región.
Los jardines flotantes fueron reconocidos por la a Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), como Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM).
Por: Christian Giovanny Barreto. Periodista.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.