Así fue la historia. Hace 46 años, mientras Federman García y Amparo Bustamante participaban de una semana cultural organizada por Acción Cultural Popular-ACPO, en Sutatenza (Boyacá), inició una historia de aprendizaje y amor. Federman, de 21 años, acababa de salir de la milicia, adelantaba el curso de Dirigente Campesino, y participaba de las actividades deportivas y artísticas del evento. Amparo, por su parte, actuó como protagonista en una comedia organizada para el mismo programa.
“Cuando yo fui al ejército me di cuenta de que no sabía nada, yo tenía que saber algo porque no podía quedarme en el atraso en el que estaba. Cuando salí, me entusiasmé y me fui a estudiar al SENA, luego a Chinchiná (Caldas) y luego a Sutatenza, allá fue donde conocí de ACPO”, asegura Federman. Le puede interesar: Sembrando entre el concreto, el proyecto de agricultura ecológica de ‘Chava’
Al salir del ejército, su hermana, quien estaba trabajando en una escuela de ACPO, fue llamada a hacer el curso de Dirigente Campesino. Federman queda a cargo de la escuela por un tiempo, pero luego, una coordinadora lo envió a hacer el mismo programa de formación.
“Yo fui nominado para hacer el curso de Dirigente Campesino en Sutatenza. Allá, se hacían muchos trabajos en grupo y había una semana cultural, y en esa semana, yo me presenté para atletismo, ajedrez, declamación y composición. Amparo se presentó para una comedia y era la protagonista, la presentó muy bien y como era la protagonista, la arreglaron bien arregladita y en ese momento a mí me marcó”, hace memoria.
En el primer acercamiento entre Amparo y Federman no hubo mucha empatía. Flor, líder del proyecto, le propuso a Federman que usara la excusa de pedirle a Amparo llevar una carta a su hermana en Antioquia, pero la carta nunca se envió y cada uno retornó a su tierra; ella a Copacabana, Antioquia, y él a Icononzo, Tolima.
Luego, un año después se reencuentran en la celebración de la semana cultural en Copacabana, él declara su amor en una fuente de soda –no se permitiría dejar escapar de nuevo la oportunidad–. La respuesta no fue inmediata, tuvo que esperar a que Amparo pidiera la autorización a sus padres para darle el sí a Federman, quien decide renunciar a todo en un acto de amor por ella.
Tres años dura el noviazgo y deciden ir al altar, tiempo después vendrían los hijos a quienes inculcó la unión familiar y el trabajo en equipo. Federman un hombre que se declara “multifacético” para la labor, trabajó como guardián del INPEC, en construcción, y junto a Amparo confeccionaron ropa y otros artículos. En la actualidad, es apicultor y comercia con productos derivados de la miel y las abejas.
“Lo mejor que yo me pude haber encontrado en el camino fue a esa mujer, esa mujer para mí es todo un amor, es todo en mi vida”: Federman.
Hoy, llevan 42 años de casados y viven en Silvania (Cundinamarca), porque no les agrada la ciudad, les estresa. Sus hijos, que hoy son profesionales de diferentes disciplinas, los educaron en el pueblo, ya que “es lo mejor para formar a los hijos”, porque los aleja de la maldad que hay en las grandes ciudades.
Inculcar lo que la vida les enseñó, tal vez eso fue lo que en definitiva a Federman y Amparo los motivó a vivir del amor, así como para educar a sus hijos. Para ellos, lo más importante en la vida no es la plata, es la familia.
Asimismo, Federman reconoce a ACPO como uno de los pilares de su vida, pues le permitió formarse como una persona de bien y, por esa misma vía, conocer al amor de su vida. “Afortunadamente, esos valores que me dieron a mí en Sutatenza, me hicieron cambiar de pensamiento y de forma de hablar y pensar, y me entusiasmé por ella, y hasta el momento hemos sido bendecidos”, recuerda.
Y así, dejan claro que el amor es el lenguaje de la familia, de la unión y la comprensión. Un componente unificador inmaterial, pero que contribuye a crear un ambiente de paz y armonía dentro de un núcleo familiar.
Por: Andrés Neira. Periodista
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.