Por: Brian Stick Delgadillo Pantoja
Jesús es el Buen Pastor, y él, es Pastor para apacentar a su rebaño, es decir, a nosotros su pueblo. Dejarnos apacentar por él, significa dejarlo reinar en nuestro corazón, nuestra vida, nuestro mundo. Si nos dejamos apacentar por él, si lo dejamos reinar en nosotros y nuestra vida, entonces será posible entre nosotros un mundo de amor, de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos; donde cada uno pueda desarrollarse en las diferentes dimensiones de su ser.
El Reino de Dios en nosotros y entre nosotros debe llevarnos a hacer de nuestras ciudades espacios de sana convivencia, sin violencia, y laboratorio de humanización, capaz de combatir la indiferencia y la lucha por la sobrevivencia y la superación de la pobreza de cada uno. Dejemos que Jesús viva y reine en nosotros y así respetaremos la vida humana, cesarán los asesinatos, los abortos; habrá acceso a los servicios básicos para todos y oportunidades para salir de la miseria; superaremos la hostilidad y la intolerancia en los colegios y las calles.
Dejemos que Jesús Reine en nosotros y tendremos hogares cálidos, llenos de ternura, amor y apoyo a todos; donde todos se acuesten satisfechos de alimento, sin desperdiciar nada; con acceso al descanso, la recreación y los servicios de salud dignos, sin egoísmo ni insensibilidad de parte de quienes más tienen.
Si nos hacemos discípulos de Jesús, que acogemos la alegría de su Evangelio y lo dejamos vivir y reinar en nuestra vida, el mensaje del Papa nos ayudará a construir una humanidad diferente, donde la dignidad humana sea el criterio de la economía, del comercio, de la política, de la ciencia, de la religión y de la cultura, haciendo posible la ciudad de la misericordia.
Reconozcamos las características de aquel que pastorea nuestros corazones:
“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; no como el jornalero que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas.” (Jn 10,10-12)
Características de Jesús el Buen Pastor:
La expresión “Yo soy el buen pastor”, en su forma absoluta, quiere indicar, no sólo el buen pastor por oposición a lo malo, ni únicamente el verdadero pastor por oposición al falso, sino que por razón de su contexto, quiere significar el «auténtico», el que realiza plenamente tal nombre, el pastor por excelencia que cumple las esperanzas y promesas de los profetas. Declarándose como el buen pastor, Jesús se presenta como el personaje mesiánico; más aún, utilizando en la solemne expresión “Yo soy”, se apropia —en cierto sentido— una prerrogativa del mismo Dios.
El buen pastor, hace frente al peligro a fin de salvar a sus ovejas, aunque sea en detrimento de su propia vida. El «da su vida por las ovejas» en cuanto que, en lugar de huir, se enfrenta al lobo y se deja devorar para que sus ovejas no sucumban.
Características de los asalariados:
El asalariado cobra por sus servicios de custodiar el rebaño, pero él no es el pastor, ni las ovejas le pertenecen, ni las ama, ni las defiende, y cuando viene el lobo solo piensa en salvar su propia vida y huir; y el lobo viene y arrebata a las ovejas, y el rebaño se dispersa.