Si bien no existe una relación directa entre el Bogotazo y Radio Sutatenza, si puede plantearse la hipótesis de que los sucesos destacados a causa del 9 de abril repercutieron en la configuración del mundo radiofónico colombiano y en la aparición de muchas emisoras ligadas a la Iglesia católica.
Numerosos autores han mencionado las intervenciones que tuvieron los liberales en diferentes emisoras radiales con el fin de motivar el levantamiento popular contra le gobierno de Mariano Ospina Pérez y de convencer a los oyentes de la caída del gobierno y la vinculación activa del Ejército Nacional a la causa de los liberales. Desde informaciones falsas acerca de la caída del gobierno conservador y asenso al poder de los liberales, hasta lecturas de proclamas que invitaban a la insurrección, pasando por la toma de los estudios de la Radiodifusora Nacional, son referenciadas en los textos que reseñan este acontecimiento que forma parte de los hitos de la historia política de Colombia en el siglo pasado.
Esta coyuntura política repercutió en el futuro de la radiodifusión colombiana de manera significativa porque el gobierno conservador tuvo la oportunidad, bien aprovechada, para meter en cintura a todos los concesionarios privados de frecuencias. Dos consecuencias directas se derivan de las decisiones gubernamentales. La primera, según Pérez (1998), fue
(…) silenciar totalmente la radio a fin de evitar nuevos desbordamientos. (…) Las licencias de las emisoras, radioperiódicos y de los locutores fueron suspendidas mediante el decreto 1682 de mayo de 1948, disposición que estableció censura previa a las transmisiones radiales. (pág. 90)
Esto permitió al gobierno atender las consecuencias de corto y mediano plazo del poder que tenían emisoras y radioperiódicos en manos, muchos de ellos, los liberales.
Otra consecuencia directa fue la formalización de un gremio de propietarios de estadciones de radio que consolidó el desarrollo del modelo estadounidense en la radiodifusión colombiana, al tiempo que logró de manera temptrana el control estatal sobre el espectro radioeléctrico gracias a pactos firmados con los propietarios que habían visto el poder del Estado para sancionar a quienes no aceptaran las reglas de juego. Al resppecto Péres (1998) cuenta que:
Los buenos resultados entre gobierno y radiodifusores, hicieron que se institucionalizara el sistema mediante la formación de una asociación de carácter obligatorio , que recibía solo a las emisoras a pertenecer a la asociación. La agrupación obligatoria se plasmó en la Asociación Nacional de Radiodifusión, Anradio, capitaneada por los líderes de la actividad radial adictos al gobierno, y supervisada por José Vicente Dávila Tello, ministro de correos y telégrafos. (…) los estatutos originales de Anradio, elaborados por personas adictas al régimen y aprobados por el gobierno, se consideraron como un pacto de honor entre los radiodifusores y el gobierno, pero en la práctica debido a la obligatoriedad de asociación, se constituyeron en una especie de ley orgánica de la radiodifusión. (pag. 91)
El Bogotazo no solo marca un punto de inflexión en la evolución en la vida política del país, sino en la vida de la radio constituye también un cambio de los compromisos de las estaciones existentes en el Estado y da lugar a una presencia más activa de la Iglesia católica en las ondas radiales. En esta línea, es notoria la diferencia entre las otras emisoras mencionadas atrás, que forman parte de proyectos más ligados a un modelo tradicional de uso de la radio que la asimila con el púlpito, y el proyecto de ACPO que no solo se plantea retos frente a la vida material de los campesinos que la escuchan, sino que los aborda con una mirada puesta en la difusión de innovaciones y en su capacitación para que ellos enfrenten dichos retos con sus propias herramientas.