En el distrito de riego La Ramada, Cundinamarca, hay vertimientos de aguas residuales industriales y domésticas en los canales utilizados para regar apio, lechuga, brócoli y espinaca que se consumen en Bogotá.
El distrito de riego abarca la zona occidental del departamento, es decir los municipios de Madrid, Mosquera, Bojacá, Facatativá, Funza, Cota y Tenjo. Aunque algunos de estos tienen planta de tratamiento de aguas residuales, no siempre funcionan de manera óptima y pueden llegar a los canales de riego que se utilizan para los cultivos de hortalizas.
Así lo explicó Martha Cristina Bustos, profesora asociada del Departamento de Ingeniería Civil y Agrícola de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Bogotá y líder del grupo de investigación en Resiliencia y Saneamiento (RESA) que le ha hecho seguimiento a este distrito de riego en los últimos años.
Si bien las aguas residuales se pueden utilizar para riego porque tienen nutrientes, es necesario hacerles un tratamiento previo. “No se recomienda usarlas crudas porque ellas tienen microorganismos patógenos que representan un riesgo para los consumidores”, puntualizó la docente Bustos.
Cuando estas aguas se someten a tratamiento los riesgos de usarlas disminuyen, aunque se identificaron vertimientos de aguas residuales en humedales que luego se dirigen a los canales de riego.
Desde 2003 el grupo de investigación ha realizado proyectos y seguimiento a la calidad del agua en la zona, y ha encontrado presencia de coliformes (grupo de bacterias indicador de microorganismos patógenos en el agua) y enterobacterias en concentraciones altas.
Si el consumidor no lava adecuadamente las hortalizas regadas con estas aguas podría consumir patógenos y afectar su salud.
En 2012, Myriam Consuelo López, docente del Departamento de Salud Pública de la U.N. Sede Bogotá, y sus colaboradores, evaluaron la presencia de protozoos en aguas residuales crudas y tratadas en Cundinamarca y encontraron parásitos; incluso realizaron el primer aislamiento en el país del parásito Entamoeba moshkovskii.
Contaminantes emergentes
En los trabajos del grupo RESA también se ha encontrado materia orgánica, drogas ilícitas y residuos de medicamentos como carbamazepina (anticonvulsionante) y gemfibrozil (medicamento utilizado en el tratamiento de la diabetes tipo 2). Estos son llamados contaminantes emergentes y pueden llegar hasta los canales de agua a través de las aguas residuales domésticas, cuando son desechados por el sanitario o cuando se eliminan a través de la orina o las heces fecales.
Además del seguimiento se están buscando alternativas de tratamiento para disminuir el riesgo en la población y se evalúan los impactos de la contaminación haciendo seguimiento a los sistemas de abastecimiento. En este caso se analizan el agua potable y los acueductos veredales de las zonas rurales al tiempo que se trabaja con la comunidad para mejorar la calidad del agua que consumen.
Las investigaciones se adelantan en cooperación con la Universidad Jaume I, de España, que cuenta con toda la infraestructura y tecnología para hacer los análisis.
De dicha institución es la doctora Ana María Botero-Coy, quien participará en noviembre como profesor visitante en el curso de posgrado “Calidad del agua” y dictará la conferencia “Estimación del uso de drogas ilícitas a través del análisis de aguas residuales en Colombia”.
Cabe mencionar que el Laboratorio de Ingeniería Ambiental –en el que se realizan los análisis– es uno de los seis laboratorios acreditados de la U.N. Sede Bogotá, reconocimiento otorgado por un ente externo cuando se confirma que sus ensayos o calibraciones son confiables e imparciales mediante el cumplimiento de las normas internacionales ISO-IEC 17025 e ISO 15189 (esta última es solo para laboratorios clínicos).
En Colombia este reconocimiento es otorgado solo por el Organismo Nacional de Acreditación de Colombia y el IDEAM.
*Información suministrada por la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional