Javier de Nicoló, fue un hombre que se interesó por los niños y jóvenes más vulnerables; practicó y vivió junto a ellos el Evangelio.
Por: José David Russi Ramos
Javier de Nicoló, nació en Bari (Italia) el 29 de abril 1928. Al término de la segunda guerra mundial cuando él tenía 18 años, decidió ingresar a la comunidad salesiana. En octubre de 1949, cuando aún era seminarista, Javier de Nicoló, aterrizó en Buenaventura, un año después del Bogotazo. Fue ordenado sacerdote el 28 de octubre de 1958.
Su vida y ministerio sacerdotal fue una continua entrega por los niños y jóvenes más vulnerables de la sociedad. Su mayor esfuerzo radica en la creación de programas que permitieran un acompañamiento según las necesidades de la población, cabe resaltar el programa Bosconia y la creación del programa servicio juvenil. Gracias a su energía y dedicación más de 40.000 niños y niñas lograron salir de las calles y han logrado encontrar nuevas formas de vida
Más allá de un tratamiento psicológico, psiquiátrico, de trabajo social; los jóvenes de la calle necesitan un ambiente de alegría. Por eso en sus programas de resocialización siempre había paseos, bailes, cantos entre otras actividades.
El Padre Javier de Nicoló, supo durante toda su vida que se encontraba con el mayor tesoro de la Iglesia: los más vulnerables. Él no hizo tal vez grandes construcciones o edificios de oficinas, ni muchos menos grandes obras; pero si supo estar con aquellos que lo necesitaban y requerían de una palabra y un gesto de aliento, de una compañía sincera en el camino, de alguien que no juzgara sino que por el contrario supiera acompañar y estar en los momentos donde no había más fuerza para continuar. El padre Javier de Nicolo, falleció en Bogotá el 22 de marzo de 2016, con la certeza de la Misericordia de Dios.
