Con la aprobación de las Zidres, no se aporta a la solución de los conflictos agrarios de siempre que giran alrededor de los baldíos y se pone en riesgo la sostenibilidad de la paz.
Por. María Jimena Gamboa Guardiola
Las Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social (Zidres) son una iniciativa que según el Gobierno, apunta al desarrollo del sector agropecuario con un enfoque productivo y a pesar de la oposición de los campesinos y ONG, el proyecto de ley superó el último debate y es hoy una realidad.
Las Zidres, explicadas por Alfredo Molano, son un recurso para transformar los títulos irregulares en títulos limpios por medio de la fórmula expedita de las empresas asociativas. Una Zidre estará compuesta por varios predios que pueden ser baldíos o privados destinados a proyectos productivos que requieran grandes inversiones y pueden ser presentados por empresarios o por las asociaciones de campesinos.
Lo anterior quiere decir que los pequeños, medianos y grandes pueden ser socios de la empresa asociativa y teniendo en cuenta datos del Censo Nacional Agropecuario el 77% de la tierra está en manos del 13% de propietarios, seguramente los socios mayoritarios serán los mismos de siempre.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es que mientras el Gobierno asegura que los terrenos baldíos no serán titulados, el senador Jorge Robledo opina lo contrario, no se escritura pero se entrega en concesión de 30 hasta 60 años.
El Estado debe dar pasos firmes hacia la sostenibilidad de la paz, dando prioridad al cumplimiento de los acuerdos de La Habana y promoviendo el desarrollo del campo en manos de los pequeños y medianos campesinos.