Se deben promover actividades que estimulen la participación de los estudiantes en la toma de decisiones, debates que construyan ideas, proyectos en pro del bienestar escolar, saber guiar el conocimiento teniendo en cuenta que los estudiantes son portadores de ideas, experiencias e intereses.
No es posible, ni por imaginación, permitir que la democracia se quede en la puerta de la escuela siendo uno de los valores sociales más importantes. Tampoco podemos dejar de lado el papel de agentes como docentes, padres de familia y personal que labora en las instituciones educativas, pues estas también abarcan el ámbito democrático desde su desempeño pedagógico, organizativo, o de gestión.
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No podemos definir la democracia como adoctrinamiento curricular, es ideal concebirla como un proceso guiado de participación responsable y es aquí donde cabe la responsabilidad del Estado, el cual debe velar por mantener una relación democrática con todas las instituciones educativas, dotándolas con los medios necesarios para promover la participación en cada actividad, entendiendo que todo individuo es sujeto de derechos y que su deber es promover la mejor formación para sus estudiantes.
Una buena formación docente es la herramienta principal para que un estudiante logre decidir, aplicar y evaluar de manera autónoma la democracia, hay que generar un auténtico conocimiento profesional con excelentes bases pedagógicas y las universidades deben garantizar desde la formación del docente que este proceso sea el adecuado para trasmitirse a los estudiantes.
Ya instalada la democracia en la escuela, el siguiente paso es organizar la convivencia democrática de los estudiantes por medio de la participación de todos los organismos de la comunidad educativa; aquí es donde nace el gobierno escolar entendido como el organismo que vela por el cumplimiento de las funciones y la organización dentro de los planteles educativos.
Este gobierno está conformado por miembros activos entre estos: el Consejo Directivo, el Rector, el Consejo Académico, las Comisiones de Evaluación y Promoción, el Personero Estudiantil, el Consejo Estudiantil, el Comité de Bienestar Institucional, el Consejo Disciplinario, el Consejo de Profesores, la Asociación de Padres de Familia y el Comité de Admisiones, todos elegidos democráticamente y utilizando una de las herramientas de participación ciudadana más importante el “voto”.
Valores Cívicos y Democráticos, proyecto financiado por la Embajada de Bélgica y adelantado por la Registraduría Nacional del Estado Civil, el Centro de Estudios en Democracia y Asuntos Electorales – CEDAE y Acción Cultural Popular – ACPO, es la estrategia que hemos fundamentado para combatir este flagelo y con la ayuda de aliados estratégicos como docentes y directivos hemos logrado rescatar la participación ciudadana y brindar herramientas a los estudiantes para que inicien su proceso democrático desde la escuela.
Esto nos ha permitido consolidar el aula de clase como el primer renglón de la democracia, a través del curso Valores Cívicos y Democráticos el estudiante conoce, vive y aplica los valores más importantes que enmarcan la sociedad y adquiere herramientas para defenderlos en su entorno, así es como vemos la importancia de la escuela en la construcción de una sana democracia.
Por: Edgar Chitiva. Facilitador en Cundinamarca.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.