Los campesinos colombianos son el alma, la vida y el empuje de toda la nación. Todos los días y sin importar las fuertes adversidades despiertan para trabajar la tierra una noble y digna labor que merece todo el reconocimiento de quienes vemos en el desarrollo de la vida en la ciudad, los frutos del trabajo arduo y dedicado que millones de labriegos realizan de sol a sol.
Por: Periódico El Campesino
A finales de la década de los años cuarenta nació en el Municipio de Sutatenza en el departamento de Boyacá un proyecto social que trascendería las fronteras no solamente geográficas si no también históricas de Colombia. Por aquellos días el país alcanzaba los quince millones de habitantes, siendo los campesinos cerca de la mitad de población; las condiciones sociales, políticas y económicas aún sentían el fuerte impacto de la llamada época de violencia bipartidista. Los niveles educativos de las personas en los campos no sobrepasaban un nivel decente, por el contrario el analfabetismo era una terrible condición que obligaba a los campesinos de todas las regiones a vivir en lamentables condiciones de vida.
Con la radio Sutatenza, que por aquella época llegó a tener cobertura en todo el territorio nacional, llegó la educación básica por intermedio de las ondas radiales en la amplitud modulada. Las escuelas radiofónicas fueron abriendo sus puertas y le dieron al campesino las cartillas en donde podía poner en práctica lo ya escuchado en la radio. Desde Antioquia, bajando por el viejo Caldas y llegando al Pacífico a la ciudad de Cali, desde Bogotá para la zona andina y parte de los llanos orientales y desde Barranquilla para la inmensa costa caribe, las letras fueron educando y mejorando las habilidades de cientos de miles de personas.
Hoy aquel proyecto sigue vivo, las escuelas digitales campesinas hacen presencia en las regiones de Colombia, en la Guajira, en el Chocó, en Boyacá, en el Caqueta, en Antioquia y en varias regiones más, los campesinos colombianos se acercan a las escuelas digitales para aprender sobre las nuevas tecnologías de la información, para alfabetizarse y de esa manera generar condiciones de vida que les permitan vivir mejor, con dignidad y con respeto. Al igual que radio Sutatenza, las escuelas digitales campesinas llevan educación a más de 5 mil labriegos y gracias a sus aportes podremos extender este proyecto y beneficiar a más hombres, mujeres, niñas y niños que no han tenido la oportunidad de acceder al sistema educativo nacional. Gracias a sus donaciones ellos podrán mejorar su calidad de vida, podrán sonreír más veces al día y sobre todo poder construir entre todos un campo con educación para que así cada campesino beneficiado se vuelva multiplicador de los aprendido y pueda educar a más personas de su vereda y de su municipio.
Con la educación podemos alcanzar una cultura de paz en toda la sociedad colombiana y los campesinos merecen todo el apoyo para salir de la pobreza, del atraso y del abandono que durante décadas han tenido que capotear con la frente en alto, con sus animalitos, con sus hijos e hijas y con el costal al hombro y el machete terciado.
¡Gracias!