Hoy es una fecha importante para Colombia y el mundo, se celebra el Día Mundial de la Radio, un día que fue proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO, y adoptado oficialmente por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas – ONU, hace ocho años.
El Día Mundial de la Radio se festejó por primera vez el 13 de febrero del año 2012, y a partir del 2014 comenzó a identificarse al tratar un tema por año: Igualdad de género en la radio (2014), Jóvenes y radio (2015), La radio en tiempos de desastre y emergencia (2016), La radio eres tú (2017), Radio y Deportes (2018), y finalmente, “Diálogo, tolerancia y paz” fue el tema propuesto para 2019.
De acuerdo con la UNESCO, la radio llega al 95% de la población, cubriendo casi completamente todos los rincones del mundo. Es por ello que se ha convertido en un medio tan preciado, no solo por su bajo costo en comparación con otros medios, sino porque une a las comunidades más alejadas, propiciando la interacción, el diálogo y la cohesión.
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La radio en Colombia, una breve historia
Un recorrido por los archivos de la Red Cultural del Banco de la República y las colecciones de Señal Memoria, nos remonta a 1929, año en que se funda en Colombia la emisora HJN, la primera radiodifusora, inaugurada por el entonces presidente Miguel Abadía Méndez. El mismo año, en manos del ingeniero Elías Pellet, nace la emisora La Voz de Barranquilla, pionera de la radiodifusión en esta ciudad de la Costa Caribe.
Hacia 1931 se crea HKF, la primera emisora de carácter comercial, cuyo fin principal era promocionar servicios y productos que en el momento pululaban en el mercado. En adelante, serían muchas las emisoras comerciales que saldrían al aire, a la par que se implantó la reglamentación para regular el ejercicio de la radiodifusión.
El 1 de febrero de 1940, entra en operación la Radiodifusora Nacional de Colombia -hoy en día conocida como Radio Nacional de Colombia- entidad pública encargada de promover el desarrollo de los servicios de radiodifusión y difundir el legado cultural de nuestro país.
En 1947 se gestaría Radio Sutatenza, un proyecto de corte educativo que combinó la radiodifusión con en el modelo pedagógico de Educación Fundamental Integral –EFI- con el objetivo de alfabetizar a las personas que habitaban el campo colombiano.
De acuerdo con los datos del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones – MinTIC, Colombia cuenta con 1.578 emisoras, de las cuales 667 son comerciales, 285 de interés público y 626 son comunitarias. Estas últimas han contribuido de manera invaluable al desarrollo del campo.
Es por eso que, hoy en el día Mundial de la Radio, enaltecemos la labor de la radio y sobre todo la radio comunitaria, y dedicamos este artículo a su carácter altruista y a la resiliencia frente a las penurias que su labor han tenido que enfrentar.
Radio Sutatenza y radio comunitaria: Ecos de una revolución cultural
Campesinos de toda Colombia
escuchad que el riel resuena;
presurosos venid a la escuela,
poseídos de amor singular;
que en el cielo las ondas hertzianas
la cultura y la ciencia nos dan…
Es probable que sean pocos quienes recuerden este fragmento del himno de las Escuelas Radiofónicas; para quienes participaron y vivieron sus primeros años, ha de ser un grato recuerdo, porque, aunque podría decirse que las Escuelas Radiofónicas ya hace mucho tiempo dejaron de existir, o simplemente se reinventaron, el impacto que tuvieron en su época sobre la vida campesina, resuena hasta nuestros días.
La historia de Radio Sutatenza y Acción Cultural Popular –ACPO, es a la vez la narración de la vida en el campo, una situación por ese entonces invisible en comparación con el reconocimiento del que gozaba la ciudad, sobre todo en los medios de comunicación. En el año 50, las brechas de desigualdad entre la calidad de vida urbana y rural eran aún más alarmantes que hoy en día.
Si actualmente la diferencia entre campo y ciudad, y la falta de oportunidades en el panorama rural, aún con el avance de la tecnología y la promoción de la inclusión que trajo el siglo XXI, siguen siendo una preocupación, basta imaginarse aquella época en la que surgió ACPO y Radio Sutatenza, para darse cuenta de las dificultades a las que se enfrentaron.
Fue en 1947 cuando el recién ordenado sacerdote José Joaquín Salcedo Guarín arribó a la parroquia de Sutatenza en Boyacá. Una vez allí, creó ACPO, con el fin de contribuir a la inclusión social y productiva de las personas menos favorecidas. Nacía también Radio Sutatenza, el principio de un ambicioso proyecto de alfabetización rural masiva.
Bajo la consigna “La educación nos hace libres” se invitó a los campesinos y campesinas a unirse al movimiento radiofónico, un llamado a formarse integralmente de manera autónoma, apropiando el conocimiento básico y promoviendo los valores espirituales de la unión familiar y de la comunidad.
Radio, el vehículo decisivo para lograr llegar a los hogares rurales
Sorteando la accidentada geografía nacional, las ondas hertzianas recorrieron veredas y montañas, volaron sobre arroyos, y llegaron en forma de mensaje a las pequeñas radios de transistores en torno a las cuales se reunían los grupos de campesino(a)s entusiasmado(a)s por aprender.
Gracias a la simbiosis entre las tecnologías de la comunicación y la educación a distancia, además de la participación activa de los habitantes rurales, de sacerdotes, locutores, técnicos de sonido, funcionarios, entre otros, que apoyaron y promovieron el modelo de Educación Fundamental Integral – EFI, muchos campesinos consiguieron escribir por primera vez. A través de Radio Sutatenza, se impartieron clases sobre alfabeto, tierra, números, salud y espiritualidad.
La exposición de la Biblioteca Luis Ángel Arango ‘Radio Sutatenza: una revolución cultural en el campo colombiano’ reveló que más de dos millones de colombianos —tanto habitantes del campo como de la ciudad— registraron la escucha de Radio Sutatenza; se llegaron a formar a 25.000 campesinos durante cuatro décadas y se transmitieron 1’489.935 horas de programas radiales en 955 municipios, durante más de cuarenta años.
Radioperiodismo: contra la censura y la precariedad
Como medio de comunicación, la radio se debe sobre todo a la música y al periodismo. Gracias a esta asociación, la gente puede amenizar sus tardes con sus melodías favoritas. Asimismo, se informa sobre las noticias más recientes y se mantiene al tanto del debate sobre los hechos públicos.
Desde la entrada de la radio en Colombia, en 1929 hasta al presente, se han creado miles de emisoras de diverso carácter (comercial, comunitario o de interés público), provocando la democratización de la información y el cubrimiento noticioso de algunas zonas del territorio.
Sin embargo, a pesar de los adelantos de nuestro tiempo en materia de medios y democracia, el radioperiodismo enfrenta graves dificultades que limitan o tergiversan su accionar. El conflicto interno, la politización, la corrupción, la violencia, el crimen organizado, la falta de recursos, son solo algunos de los problemas que afectan esta labor.
En el estudio “Cartografías de la información”, realizado por la Fundación para la Libertad de Prensa – FLIP en el año 2016, se mapearon 994 municipios para verificar si cuentan con medios de comunicación y en qué condiciones operan, se comprobó que 578 municipios de los estudiados, son zonas en silencio, es decir, no cuentan con medios de comunicación que publiquen noticias locales.
Otros municipios se detallan como zonas con información insuficiente, y solo unos pocos cuentan con la cantidad de medios adecuados para manejar la información, siendo sobre todo la radio, y en menor medida la prensa, los medios predominantes. El mismo estudio muestra que en departamentos como el Vichada, el Guaviare y el Amazonas, la tasa de suscripción a internet está por debajo del 1%, dejando a los medios digitales fuera del panorama.
El problema radica en que las emisoras comunitarias no cuentan con suficientes recursos para su labor. Muchas de ellas ni siquiera pueden acceder a los medios para legalizarse. Según la Flip, el 46% de los municipios del país no cuenta con emisoras comunitarias legalmente constituidas, lo que origina el cierre de emisoras en municipios donde más se necesita de su presencia.
“Para los periodistas locales siempre ha existido una situación muy dura que yo llamaría de sobrevivencia. Las oportunidades y la circulación son muy limitadas, el mercado es muy pequeño así que los salarios son supremamente bajos”, explicó a la Flip, Germán Rey, autor del informe del Centro Nacional de Memoria Histórica sobre la violencia contra los periodistas.
Al ser la radio el único medio del cual valerse para difundir información local; la falta de recursos y apoyo estatal, terminan por frustrar los objetivos de las emisoras comunitarias, que, por demás, se enfrentan a constantes amenazas por la difusión de información sensible y con distintos intereses, según lo ha denunciado la Flip.
Larga vida a la radio
¡Eureka! Se ha descubierto la primera onda de radio; viajó poca distancia –y no llevaba ningún mensaje- pero sus sucesoras están destinadas a llegar más lejos. El camino que la radio ha recorrido no ha sido fácil, pero finalmente ha llegado a nuestro tiempo. Las ondas se hicieron voces y las voces juntas, radionovelas, deporte, noticias; fue posible confinar la música a una caja y liberarla en cada hogar.
Al tacto, el indicador se mueve nerviosamente al son del dial y al final se posa allí donde encuentra su foco de interés; el altavoz da las noticias o canta. El pequeño aparato de transistores nos cambió la vida, y si se pensó en algún momento que podía extinguirse ante el ímpetu televisivo, quedó demostrado lo bien plantada que está la radio, mucho más inmediata y carismática.
La radio es información, es música, humor, es debate, es denuncia; es el instrumento de la unión entre pueblos recónditos; es diálogo, es tolerancia y paz. Hoy, celebramos su aporte al campo y sus habitantes y por supuesto, su imprescindible compañía.
Por: Christian Giovanny Barreto. Periodista.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.