Transparencia deja ver que tan comprometido está un candidato con las necesidades del pueblo.
Por Rubén Gil
Transparencia es uno de los principios que aparece en el capítulo 1 de la Ley Estatutaria 1475 de 2011, por la cual se adoptan reglas de organización y funcionamiento de los partidos y movimientos políticos, y de los procesos electorales. En esta ley el principio de transparencia aparece como el deber de los partidos y movimientos políticos de mantener permanentemente informados a sus afiliados sobre sus actividades políticas, administrativas y financieras. A escasos días de las elecciones del 25 de octubre de 2015 sería bueno tener algunos tics para saber qué tanta transparencia hay en los candidatos por los que se piensa votar. Porque la transparencia, en la política, no puede ser un principio cerrado, es decir, desde los partidos políticos para sus afiliados sino desde cada candidato para con todos los ciudadanos. Es por ello que se recomienda tener en cuenta lo siguiente antes de elegir x ó y candidato:
– Fijarse muy bien de su estilo de vida y estatus social. ¿Es soltero o casado?, ¿Tiene Hijos? ¿Es estable en sus relaciones o se ha divorciado varias veces? ¿Creció en el seno de una familia tradicionalista, funcional o disfuncional? Indagar dónde estudió, en dónde nació y en dónde ha vivido. ¿Quiénes son sus amistades y que círculos sociales frecuenta? ¿Hace o no deporte y/o alguna labor social? ¿Qué religión profesa o cuáles son sus creencias?
– Es bueno considerar su historial como político; si los cargos que ha tenido anteriormente los ha terminado y que resultados ha dado; si ha tenido problemas en su partido o se ha cambiado de un partido a otro. Así cada quien podrá darse cuenta si está ante un candidato confiable y un político de convicciones o simplemente se trata de un “aprovechado” que salta de cargo en cargo o de partido en partido, sin importar si cumplió con sus compromisos y encomiendas anteriores. Con todo ello se podrá saber si el candidato se ha manifestado como una persona transparente, responsable y honesta y, lo más importante, comprometido con la ciudadanía.
– Por último, es necesario analizar detenidamente si sus propuestas de gobierno son viables o simplemente se quedarán, como ocurre en muchos casos, en promesas de campaña.
Tras de muchas campañas electorales se esconde una doble intención, algunos candidatos juegan con la necesidad de los ciudadanos, pan para el que tiene hambre y ladrillos para el que busca casa. Un candidato que le apuesta a la transparencia no promete, más bien se compromete. La promesa, aunque parta de una buena intención, puede convertirse en un engaño; más cuando no se está seguro de que se pueda cumplir. En cambio, el compromiso va de la mano con la transparencia porque no crea falsas expectativas, antes bien, deja ver que el esfuerzo es un continuo buscar el bien común. Un candidato con transparencia no busca calmar el hambre un solo día, específicamente el día de su campaña, sino que trabaja constantemente para erradicarlo.
La mayor satisfacción para un ciudadano que elige no es que su candidato gane las elecciones, sino que haya votado por un candidato transparente, comprometido con lo que Dios quiere para el hombre y el universo.