Por: Víctor Mosquera
Transfiguración, es una celebración de la Iglesia católica que tuvo su origen en 1457 por el papa Calixto III. Esta conmemoraba la victoria de los cristianos sobre Mahomet II conquistador de Constantinopla y enemigo del cristianismo y cuya noticia llegó a Roma el 6 de agosto.
Según los relatos Bíblicos, la Transfiguración del Señor se llevó a cabo en el monte Tabor en presencia de Pedro, Santiago y Juan (Lc. 9, 28-29) y en ella Jesús mostró su verdadera figura, su divinidad, su gloria. Además aparecen junto a él, en primer lugar, Moisés y, en segundo lugar, el profeta Elías para hablar con él sobre lo que iba a ocurrir con Jesús en Jerusalén sobre su pasión, muerte y resurrección.
En nosotros
La Transfiguración del Señor invita a revisar nuestra vida y buscar la forma de mostrar a los demás el modo de vivir cristiano mediante los valores que han perdido terreno en la sociedad actual como el respeto, la compasión, la solidaridad, e incluso la misma fe en el Señor Jesús.
No cabe duda de que el mundo va avanzando y la sociedad va cambiando pero de igual forma nosotros estamos llamados a ser parte de ese cambio. Mediante esos cambios es que se puede dar testimonio de nuestra fe y de que podemos transfigurarnos en unas mejores personas siguiendo el ejemplo de Jesús y optando por un estilo de vida como el suyo.
De esta forma la Transfiguración del Señor debe llevar a transfigurar nuestras vidas de tal forma que aquellos que nos rodean puedan ver en nosotros al Hijo de Dios. El cual pasó haciendo el bien y cumpliendo la voluntad del Padre, igualmente la invitación es a escuchar al Padre cuando dice: “Este es mi Hijo, mi elegido: escúchenlo.” (Lc. 9, 35)