Por Jonathan Parra Rincón
El tomate se ha caracterizado por ser una fruta presente en los platos diarios de muchos colombianos. Sin embargo, a pesar de su cotidaneidad, tiene un proceso enorme antes de llegar a nuestros hogares: desde la siembra, pasando por el el crecimiento de cada hoja, la cual es podada parte por parte para que el tallo no se tuerza, hasta el papel que los agricultores juegan en la labor de mantener el tomate libre de enfermedades.
En Colombia el cultivo de tomate se produce por todo el país. Sin embargo, cerca del 70 % está centrado en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Norte de Santander, Valle del Vauca, Risaralda, Huila y Antioquia. En cada región podemos encontrar diferentes variedades de tomates, siendo los más conocidos el chonto, el milano, riogrande y ciruelo. Tomates que acompañan la lista de los ingredientes de una buena comida.
En el municipio de Santa Sofía (Boyacá) a tan solo tres horas de la capital colombiana, limitando al norte con el municipio de Moniquirá, al oriente con Gachantiva, al suroriente con Villa de Leyva, al sur con Sutamarchán, al suroccidente con Saboyá, se encuentra un agricultor que desde su infancia se dedica a las labores del campo. Enrique Parra es un gran experto en lo referente a cultivos de tomate de invernadero. Desde muy pequeño aprendió estos gajes cuando su padre le pedía que lo ayudara con las labores de jornalero. Enrique no solo es agricultor, sino que además es propietario de fanegadas de tomate en la región. Según Enrique, el cultivo de tomate no solo beneficia a la agricultura y a los consumidores, además este negocio es fuente generadora de empleo para más de un campesino de la región. Se calcula que en una hectárea se requieren alrededor de 100 a 120 empleados siendo en su mayoría campesinos.
El cultivo de tomate comienza desde que se siembran las semillas, las cuales son acobijadas por unas macetas para evitar contacto directo con el suelo y así evitar enfermedades y plagas. En Boyacá es común ver invernaderos que, según nos lo cuenta un jornalero, sirven de resguardos para asegurar la producción de calidad en los cultivos, puesto que en espacios abiertos se exponen más al medio ambiente y a las fuertes heladas que azotan los campos en las noches y madrugadas. Procesos que van desde 1 a 4 meses, como la podada de las hojas para que el tallo no se tuerza y se pueda dañar la raíz del tomate, el riego de las semillas tres o más veces al día, el abono de la tierra para protegerla de las enfermedades y la “carreteada”, como ellos lo llaman, que es cuando el tomate ya está listo para cortar y escogerlo dependiendo del tamaño que va: de primera (siendo este el más grande) a cuarta (siendo el más pequeño). Los tomates son agrupados en canastillas que dejan listas para que el camión pase en la noche y lleguen de madrugada directos a Corabastos para su comercialización.
Esto es lo que estos campesinos deben de hacer diariamente en cientos de invernaderos, los cuales pueden llegar a los 32 °C, con el fin de que maduren y lleguen a los platos de las mesas de millones de colombianos. Una labor que, sin duda, requiere de mucha dedicación y mucho amor por el campo. El tomate, una siembra de sabor colombiano.
Buenas Tardes
Me gustaría saber si hay alguna forma de cultivar Tomate aquí en el Choco que es un tierra muy húmeda pero donde se venera el tomate tanto que se ha pagado la libra hasta 5000 pesos seria muy bueno saber si se puede cultivar de manera comercial.
Gracias
Miguel A