Georgina, o como le dicen cariñosamente los médicos y las personas extranjeras que la conocen: “Giorgina”, es una mujer con una historia de vida admirable, de grandes satisfacciones, que contrastan con su sencillez y humildad.
A los dos años de edad quedó huérfana de madre, junto con sus nueve hermanos mayores que quedaron a la deriva cuando su padre volvió a casarse. Su hermano Víctor la llevó a San Bernardo, región del Sumapaz, a vivir con su tía Elvira Baquero, para que la ayudara a criar.
Cuando tenía 5 años, su padre Moisés, la trajo en un caballo, atravesando el frío páramo de San Juan, hasta la Vereda Salitre de Une, donde él vivía con su segunda esposa.
Con gran esfuerzo empezó sus estudios y en la Vereda el Salitre estudió su primer año escolar. Cuenta ella que en esa época no habían cuadernos, sino una pizarra en la que se escribía con un “jiz” y se borraba con una almohadilla. Las lecciones tocaba aprenderlas de memoria.
Después se fueron a vivir a Timasita, sector Tres Esquinas, a una finca de su papá y allí ella siguió haciendo los trabajos de la casa y ayudando a criar a sus tres hermanos.
También atendía una tienda de su padre. Cuenta que para lavar la ropa tenían que ir al río Guativas con sus hermanos menores Emma, Héctor y Rosa Aura, porque el agua era escasa.
En la vereda Timasita continúo sus estudios de primaria y recuerda que su profesor era un señor Tovar. Tocaba aprenderse de memoria los relatos de Simón Bolívar, Cristóbal Colón y Felipa Muñoz de Perestrello. Allí tuvo su primer cuaderno, donde debía escribir solamente lo más importante para que no se acabara tan rápido porque no había dinero para comprar más.
Después vino a estudiar al pueblo con las Hermanas Religiosas hasta Quinto de Preparatorio. Caminaba desde Timasita hasta llegar a Une todos los días, esos tiempos no había mucha inseguridad. Su primera profesora fue la señorita María Delia Rojas.
Georgina llegó a su juventud
Su juventud la pasó en la Vereda Timasita, ayudando a su padre y a su familia. A los 16 años se casó con Alfonso Dimate Ardila, en la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús de Bogotá y formaron una bonita familia donde se trabajaba duro pero había amor y respeto.
Se fueron a vivir al Páramo, Vereda Fruticas, donde vivían muy amañados y felices porque tenían sus gallinas, un marranito, su vaca de leche para las cuajadas y la arepita y hacían sus siembras de papa. Allí nacieron sus hijos: Clara María, Alfonso, quien falleció a la edad de un año y nueve meses, y Brisa Stella.
Cuando sus hijos estuvieron en edad escolar se fueron a vivir al pueblo de Une, en una casa que su esposo, Alfonso, le compró a su hermano José David Dimaté Ardila. Allí nacieron sus dos últimos hijos: Hernán Alfonso y Mery Adelaida.
Una familia que siempre lucho para sacar a los suyos adelante
Lucharon para darles el estudio de primaria y bachillerato a sus hijos, con el sudor de su frente, sobrellevando las adversidades y el trabajo duro del campo: Don Alfonso, trabajando como carpintero y ella en su hogar y como costurera.
El 30 de marzo de 2008, falleció su esposo Alfonso, una situación dura para ella y sus hijos, y a partir de ahí tuvo que afrontar su soledad y hacerse cargo de todas las responsabilidades.
La vida de Georgina ahora…
Hoy a sus 82 años, es una persona muy lúcida, que recuerda muchísimos detalles e historias de su infancia. Recuerda los diferentes sucesos del municipio de Une, tiene muy presente las vivencias de cada una de las familias. Dice muy fácilmente los nombres y apellidos de muchas personas que vivieron allí y sus generaciones, con sus historias y anécdotas les hace pasar un rato agradable a las personas y familiares que la visitan.
La señora Georgina lleva una vida sencilla pero tranquila y feliz. Ocupa su tiempo libre tejiendo finas carpetas en crochet de hermosos colores, que han sido vendidas a personas de los Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia y sus mariposarios, únicos en el mundo, que están expuestos en las salas de personajes importantes del exterior.
Hace costuras en su antigua máquina Singer, remienda ropa a las personas, cuida de sus cebollas, de sus plantas de jardín y tiene tan buena mano que hasta una hojita le nace. Al atardecer escribe en su diario los sucesos importantes para no olvidarlos y los comienza con Extra…extra….
Cuando va a las reuniones de la tercera edad, le gusta cantar, memoriza todas las estrofas de las canciones y no se equivoca, tiene una voz bonita. Posee una buena salud y cuando va donde los médicos siempre los hace reir con sus curiosas ocurrencias.
Algo muy meritorio es que lee sus oraciones y las recita con gran fluidez y nunca se acuesta sin antes rezar. Es muy piadosa, visita a sus amigas y acompaña en los entierros a los amigos y familiares.
Georgina es el centro de atención de sus hijos, nietos y biznietos que la quieren y valoran todo lo que hace a pesar de su edad. Siempre la visitan para compartir sus sabios consejos y enseñanzas. Con una parvada de arepas y un chocolate disfrutan de su compañía.
En este diciembre cumple sus 83 años de vida y ya está alistando su velita para el ponqué.
Desde hace 24 años es miembro activo de la Legión de María por invitación de la profesora Julita Romero, en la que ha sido muy constante y en su hogar reza por las necesidades de su familia y amigos.
Por: Mery Adelaida Dimaté Ardila, Reportero Rural del Municipio de Une Cundinamarca
Editor: Ana María Rizo Díaz. Periodista – Editora.
muchas gracias por apoyarnos en publicar estas historias de mujeres maravillosas, con las que se verán identificadas muchas mamás.
Felicitaciones al periódico El Campesino por tan bonitas historias…..Es con las personas de edad de los pueblos con quienes es posible reconstruir la historia de los municipios…Existen historias, relatos, cuentos, experiencias que no alcanzaron a ser escritos en ninguna parte y que ustedes como medio de comunicación pueden revivir. También hay experiencias de vida de mucha gente como esta que vale la pena publicar, porque vivieron en épocas donde no había tecnología ni mucho dinero…pero esas personas hicieron cosas maravillosas.
Muy lindo el relato de mi tía Georgina, es una mujer intachable con mucho amor para dar a los demás y tan detallista en sus labores artesanales una verdadera tejedora de historias.Dios la bendiga la queremos mucho.
Un gran orgullo para la familia Ardila, adorada tía Giorgina. Un verdadero ejemplo a seguir. Todos tus sobrinos necesitamos que nos irradies esa ternura, sencillez y humildad que te caracterizan. Dios y la virgen santísima permitan que nos acompañes y con tu experiencia de vida nos guies para romper la división que nos aqueja.