viernes, noviembre 22, 2024
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Renacimiento Cultural y Deportivo en Sutatenza: El Campeonato con Botas, Ruana y Sombrero

En un rincón histórico de Colombia, Sutatenza, Boyacá donde la radio y la educación a distancia han dejado huella, surge un renacimiento de valores y pasiones. Donde antes resonaban los gritos de las corridas de toros, hoy se alza un estadio de fútbol diferente, un lugar donde el deporte se une a la tradición y a la cultura. La Plaza Monumental de San Isidro se vistió con un nuevo propósito: acoger el emocionante Campeonato de Fútbol con Botas, Ruana y Sombrero.

Un torneo que no solo valora la destreza en el campo, sino que rinde tributo a la identidad local. Los jugadores, los encargados y hasta el árbitro, todos debían vestir el atuendo tradicional: las botas de caucho, la emblemática ruana boyacense y el icónico sombrero campesino. Las mujeres, en su participación, añadían la elegancia de la falda a este vestuario auténtico. Y, como si de un ritual se tratara, la hidratación no se quedó atrás: el refrescante «santo sorbo» del guarapo acompañó cada partido.

Este torneo no solo atrajo a los locales, sino que también cautivó a los turistas. Los partidos se convirtieron en un espectáculo intrigante, una fusión de indumentaria peculiar y bebida auténtica que despertó la curiosidad de propios y extraños. Cada encuentro deportivo se convirtió en una narrativa en sí misma, tejiendo historias al estilo campesino, rescatando y reconociendo un vocabulario que refleja las raíces más profundas.

Incluso el sorteo de cancha se impregnó de tradición. Mientras que en otros torneos se juega con monedas, aquí la suerte se medía en «totumas» de guarapo. Quien bebiera primero, obtendría el privilegio de elegir entre saque o cancha. Y cuando el balón desafiaba charcos de agua, la diversión del público se elevaba, brindando un juego impredecible.

Los podios no son ajenos a este campeonato. Los equipos que lograron el primer, segundo y tercer puesto fueron galardonados como los héroes modernos de Sutatenza. Pero la magia no terminaba ahí. La gran final trajo consigo un toque de ternura: un partido infantil, donde los niños de 5 a 11 años se vistieron con el mismo orgullo y tradición que sus mayores. Un encuentro que encendió sonrisas y arrancó aplausos.

Concluido el torneo, la administración municipal compartió más que victorias y derrotas. Un manjar típico, la sopa dulce del Valle de Tenza, unió a todos en un festín de sabores y hermandad. Así, con un campo de juego que una vez simbolizó el maltrato animal, Sutatenza demostró que las raíces culturales y el espíritu deportivo pueden florecer juntos, forjando un legado de unidad y pasión.

 

Autora: Leidy Laura Vargas Hernández

Editora: Natalia Garavito

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