Estas reflexiones nacen de la experiencia que acabamos de vivir mi esposa y yo, luego de tres semanas de peregrinación a Santiago de Compostela, España. (Le puede interesar: El tramo final)
1. Tenga claro su destino y a dónde quiere llegar. Muchos, por no tener esto definido, jamás logran su objetivo.
2. Elija con conciencia y en absoluta libertad. Hágalo como algo propio, porque le viene en gana y sin presiones de nadie. Aunque puede ser duro, llegar es su compromiso y le ayudará para cumplir lo que usted se ha prometido.
3. Elija y decida cómo y con quien quiere hacerlo. Unos lo logran caminando, en bicicleta, solos o en pareja, dependiendo de sus fuerzas físicas y espirituales. Todas las modalidades son válidas, con ventajas y desventajas que se hacen evidentes a lo largo del camino. Para nosotros el compañero fue el mismo que motivó al apóstol Santiago a recorrer Europa y a decir al mundo que tenemos un destino más allá de Compostela.
4. Tenga claro y sólido el motivo por el que quiere realizar su camino. Esto le servirá para superar las dificultades y obstáculos: hay que remontar montañas a pleno sol, cruzar cañadas, resistir el frío y las nieves. Aprenderá a dar gracias por el amor recibido y consolidar la promesa de vivir hasta el final, mas allá del horizonte.
5. Vaya al ritmo del más débil, si quiere llegar acompañado, pues usted mismo puede ser el que más ayuda necesite. Se trata de llegar unidos, sin dejar atrás a su acompañante.
6. Pregunte y verifique las respuestas. Aunque muchos le ayudarán, también hay avivatos que quieren lucrarse de su deseo de llegar.
7. Haga cálculos reales antes de iniciar la marcha. Hacer cuentas, disponer de fuerzas físicas, financieras y espirituales suficientes, le permitirá llegar hasta el final.
8. Caminar y cumplir la meta cada día, nos muestra un horizonte nuevo. Cada día es nuevo y es necesario seguir adelante.
9. Como en la vida, el destino, nuestro SANTIAGO, lo sabemos; el camino, nos lo hacemos. Depende de nosotros y de nadie más, cumplir nuestra misión.
10. Nuestro Santiago y nuestro camino lo llevamos dentro, aunque jamás hayamos estado en España.
Por: Bernardo Nieto Sotomayor- Equipo Editorial El Campesino.