EDITORIAL EL CAMPESINO.CO
El 19 de marzo, después de 23 días de su inicio, se dio fin al denominado paro camionero, una movilización del gremio de transporte de carga de Colombia.
Los transportadores reivindicaban legítimos derechos tales como la afiliación y autoliquidación al sistema general de riesgos laborales por parte de los transportadores y el acceso a líneas de crédito en el Fondo Nacional del Ahorro y al programa especial de vivienda.
El gremio y el Gobierno se sentaron a la mesa, dialogaron, llegaron a acuerdos y las dos partes quedaron satisfechas. De manera que se obró en derecho y se avanzó en la mejora de las condiciones laborales de los transportadores de carga, lo cual nos debe alegrar a todos los colombianos.
El paro se puede ver desde diferentes perspectivas, yo querría señalar sólo dos:
1) nos complace que se avance de manera significativa en el pleno disfrute de los derechos laborales de todos y cada uno de los trabajadores y trabajadoras en Colombia; proceso que ha significado siglos de lucha y que significará aun más tiempo, ojalá no demasiado, si de verdad queremos un país justo y en paz.
2)lamentablemente muchas personas, grupos y comunidades se han visto perjudicados por el paro: los campesinos que no han podido sacar sus productos al campo y que simplemente los han perdido después de largas, muchas y duras jornadas de trabajo; los habitantes urbanos que han visto en los mercados un paulatino desbastecimiento, por una parte, y un encarecimiento de los productos de primera necesidad, por otra; los transportadores de carga que no quisieron ir al paro y que fueron perseguidos, atacados, estigmatizados y hasta agredidos.
Ls movilización gremial para lograr el reconocimiento de derechos está no sólo permitida en nuestra Constitución y nuestras leyes, sino que es deseable como ejercicio de participación política de la sociedad y logra equilibrar las relaciones entre los patrones y los trabajadores, resolver los conflictos económicos colectivos de manera pacífica y materializar el respeto de la dignidad humana y de los derechos de los trabajadores. Pero, es necesario pensar en las mayorías potencialmente perjudicadas antes de prolongar un conflicto que pudo haberse evitado.