Satanás es conocido en la Iglesia Católica como el engañador que conduce a la humanidad por el mal camino de la perversidad y de la tentación.
Por Camilo Andrés Torres González
En la actualidad se observa un incremento alarmante en el crecimiento de sectas satánicas, cuenta de ello son las estatuas y templos dedicados al culto de Satanás, pero también se evidencia una incredulidad respecto a este ser maligno, hasta el punto que pareciera que fuese una invención de las religiones para crear temor. En la Pontificia Universidad Apostólica Regina, en las afueras de Roma, se ofrece un curso denominado: “Exorcismo y La Oración de la Liberación”, con el fin de capacitar a sacerdotes para discernir entre una posesión demoníaca o un problema psicológico.
Es indispensable reconocer los diferentes términos con los cuales se hace referencia al ser maligno. El primero de ellos es Satanás, y se enseña que se originó como un ángel que cayó en desgracia con Dios; el segundo término es demonio, referido a un ser que no es humano y que usualmente resulta malévolo; otro, sin ánimo de ser exhaustivos, es Lucifer, el cual representa al ángel caído, ejemplo de belleza y sabiduría a quien la soberbia condujo a los infiernos. Son tres términos diversos pero se refieren a un mismo ser en concreto, una entidad que tiende a pervertir al hombre apartándolo de la verdadera felicidad que reside en Dios.
La Iglesia Católica siempre ha afirmado la existencia real de Satanás, ya que desmentir la existencia del demonio es negar la revelación divina que nos previene sobre nuestro enemigo y sus engaños. Precisamente Jesucristo vino para vencer a Satanás y liberarnos de su dominio: “Toda la vida humana, la individual y colectiva, se representa como una lucha, y por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas” (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes # 13), el Apóstol Juan se refiere a Satanás como «Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8, 44).
Satanás para la Iglesia Católica no es un mito o fábula, es una realidad que se debe entender con prudencia, de ningún modo se debe temer a este ser maligno, ya que Cristo venció definitivamente a Satanás en la Cruz. El demonio, sin embargo, no perdió su capacidad racional, sino que la utiliza para el mal. Dios le permite ejercitar influencia limitada en las criaturas y las cosas. Cabe recordar que todos los santos lucharon con valentía contra Satanás pues los sostenía la fe, por tanto sus vidas son modelo que nos demuestran cómo vivir con el poder de Jesús y de su cruz contra las tentaciones del mal.