Por: Julio Castillo | 17 de septiembre de 2014
Este santuario es conocido por los feligreses como centro de peregrinación y vivencia de la fe, se ha convertido en uno de los espacios más visitados en búsqueda de milagros y prodigios para enfermos y necesitados.
Según cuenta la historia, en un pozo de la cercana quebrada de La Moya, en Sopó, Cundinamarca, el 3 de diciembre de 1753 la lavandera Rosa Nieto, encargada de los oficios parroquiales, descubrió bajo los ramajes de un roble una piedra en la que le pareció ver estampada una imagen del Señor, con amorosa devoción la sacó del fondo de las cristalinas aguas y la llevó a su casa.
Cerrada ya la oscura noche y recogida en su lecho, Rosa, llena de asombro y alegría, observa que aquella piedra presentaba el mismo resplandor que la había cautivado en la fuente y que podía verse con claridad y nitidez la citada imagen.
Este escrito se encuentra originalmente en el libro de Cofradías de la Parroquia, a 16 de marzo de 1754, y fue publicado en el periódico La Unión Católica de Bogotá el 25 de junio de 1871.
El misto texto indica que al día siguiente Rosa llevó la piedra al párroco, Raimundo Forero de Chávez, a quien milagrosamente le devolvió la visión que había perdido, permitiéndole entonces contemplar la imagen de Jesucristo representado en el acto en que termina la espantosa flagelación, cayendo desfallecido entre su propia y copiosísima sangre, coronado de espinas, con una caña colocada en sus manos atadas y medio cubierta su desnudez con la ensangrentada túnica.
Esta imagen se observa hoy tal cual se describe, aunque según la tradición los colores de la imagen desde hace unos ochenta años para acá han avivado notablemente hasta llegar a tener el admirable conjunto y esplendidez que en ella se resalta. El diseño y los colores que forman la imagen parecen ser vetas que se prolongan hacia el centro macizo del guijarro.
De igual manera, agrega el historiador Ortega Ricaurte que lo anterior consta originalmente en el libro de la Cofradía de Sopó, abierto por el cura Nicolás Antonio de Vargas.
Confirmados sus prodigios y acentuado su culto en toda la comarca, el Papa Pio IX autorizó la consagración de un altar. El 7 de septiembre de 1848, el Arzobispo Manuel José Mosquera aprobó la Cofradía del Señor de la Caña y, sucesivamente, fue acrecentándose la devoción a su imagen, nombrada como El Señor de la Piedra de Sopó, la cual estuvo en la iglesia parroquial hasta 1909, año en que fue trasladada a su propia capilla, donde aún permanece. En 1953 fue construido el actual templo.
Buenas noches, me gustaria saber los horarios de las misas los fines de semana. Muchas gracias por la informacion.