La vida, nuestro tesoro más valioso, la recibimos gratis, sin pedirla ni buscarla. Nuestro primer grito al nacer hizo evidente que la vida es frágil y que PRESERVARLA exige permanente cuidado.
Tenemos un tesoro que debemos cuidar mientras nos dure y eso es nuestro deber. Pero también es nuestro DERECHO, con mayúsculas. El más importante, el fundamental: el derecho a la vida.
Esta es la intención de esta serie de notas que hoy comienzo a compartir con los lectores. Nacen de la experiencia y del conocimiento acumulado de muchos especialistas de todo el mundo, que se dedicaron a cuidar la vida, por profesión o por vocación, decididos a encontrar soluciones prácticas a los problemas que amenazan la preservación de la salud humana.
Desde aquí, agradezco los aportes de especialistas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, inspiradores de este esfuerzo y de la tarea que asumí cuando tuve bajo mi responsabilidad la labor comunicativa en la Oficina de Unicef en Colombia.
Hace algunos años una colega estaba organizando una jornada en colegios de una población apartada en la que la comunidad recibiría instrucción sobre cómo y cuándo lavarse las manos adecuadamente. Le puede interesar: Agua, Mujeres y Reconciliación, por el sostenimiento del sector rural
Todo, aparentemente, estaba listo: la fecha, el sitio, los invitados, el agua, el jabón. Haciendo el repaso de todo el evento, nos dimos cuenta de que algo muy importante se nos había olvidado: todos nos lavaríamos las manos con agua limpia y con jabón. Sin embargo, no teníamos con qué secarnos las manos, pues no teníamos toallas.
Faltaba un día para el evento y estábamos lejos. Con prontitud teníamos que conseguirlas. Esperábamos también a algunos periodistas que entendieron la importancia de divulgar un hecho que “no es noticia”, pues lavarse las manos carece del sensacionalismo de cualquier evento de primera página, no es una noticia política o económica, de violencia, de corrupción ni es parte del chisme con el que se exalta la vida de algún artista.
Sin embargo, nosotros sí sabíamos que lavarse bien las manos, salva vidas. Con esfuerzo e imaginación, logramos conseguir toallas de papel reciclable con una empresa que nos las donó y recurrimos a un amigo periodista que llegó con el paquete completo, justo antes del evento.
Todo resultó muy bien. La música de la banda local animó a los participantes. Los maestros llegaron con los niños, muchos padres de familia sacaron tiempo para acompañar a sus hijos y nos organizamos por grupos pequeños.
Luego de la instrucción previa, el agua corrió, el jabón hizo espuma en las manos de los niños y de los adultos presentes y, con las toallas, nuestras manos quedaron limpias y secas. Después del evento, compartimos el refrigerio de frutas, jugo y pan con queso y jamón. Fue la fiesta de la higiene y de la vida. Fue algo simple, alegre y sencillo, pero que genera conciencia sobre un problema grave.
El origen de muchas enfermedades en los niños rurales : los gérmenes
Está comprobado que más de la mitad de las muertes de niños y niñas en la primera infancia tienen su origen en los gérmenes que se les transmiten por la boca, al comer alimentos con las manos sucias o tomar agua contaminada. Le puede interesar: Las Cartas del Campo: contaminación en fuentes de agua natural
En las zonas rurales de Colombia, por ejemplo, 3 millones de personas viven sin agua potable, de las cuales el 28% a diario se enfrentan a un escenario complejo, dado que al no contar con acueducto se ven abocados a consumir agua de pozos y ríos exponiéndose a enfermedades.
Muchos de estos gérmenes y bacterias provienen de la materia fecal de seres humanos y de animales. Muchas enfermedades, particularmente la diarrea infantil, pueden prevenirse con prácticas sencillas como la de lavarse muy bien las manos después de ir al baño y antes de comer. Lavarse las manos con agua pura y jabón y secarse con toallas limpias al preparar los alimentos, previene enfermedades y salva vidas. Salvemos vidas. Lavemos muy bien nuestras manos y mantengámoslas limpias.
Por: Bernardo Nieto Sotomayor- Equipo Editorial El Campesino.
Editor: Ana María Rizo Díaz. Periodista – Editora