Por: Roberto León Rojas
Un padre nunca abandona a su hijo, su amor incondicional le hace renunciar muchas veces a ser feliz. ¿Cuántos de nuestros hermanos campesinos diariamente renuncian a ser alguien en la vida por ver a sus hijos salir adelante? Pero, ¿Cuántos de estos hijos no aprecian el sacrificio contínuo de sus padres?
Es evidente que la figura de los padres está perdiendo su papel fundamental en la sociedad. Siendo reemplazada por los placeres del mundo, las amistades y hasta por las tecnologías.
Un padre no es sólo el que engendra a los hijos, el que día a día rompe su lomo por llevar a casa un sustento, o aquel que solo existe para solucionar problemas causados por ellos; ni tampoco el que se debe levantar a tempranas horas de la mañana para que todo esté listo.
Los padres son seres que, sin importar su felicidad, anhelan que sus hijos sean felices, que reflejan serenidad, aunque estén pasando por momentos difíciles y a pesar del cansancio muestran una cara amable por estar haciendo las cosas bien. Cuantas heridas sufren en silencio. Cuantas lágrimas deben derramar para conseguir lo que tanto anhelan para sus hijos. Unos hijos respetuosos, capaces de hacer el bien, comprometidos con la sociedad.
Son ellos los que logran modelar de una piedra rústica y sin forma, joyas tan grandes que nadie puede comprar. Sus lágrimas edifican, sus palabras y oraciones cambian el camino torcido. Y a ejemplo de Santa Mónica, logran cambiar el corazón de sus hijos,con súplicas humildes; aún viviendo situaciones tan difíciles como en su momento ella con su hijo San Agustín, que como fruto de esa oración constante llegó a ser Obispo y doctor de la Iglesia.(Le puede interesar: La tarea de ser padres y madres: un aprendizaje constante )
Por eso padres de familia tengan presente que a un hijo no solo se le educa con la correa, la chancla o el rejo, sino más bien con sus ejemplos y palabras, así como decía Santa Mónica, al orar por su hijo, es necesario hablar menos con los hijos acerca de Dios y más bien hablar más con Dios acerca de nuestros hijos.
Entrega y sacrificio en la justa medida
Es el momento de sentir como padre de familia que eres un ser llamado a la felicidad. Y ustedes hijos e hijas dediquen tiempo para reconocer lo que ellos han hecho por ustedes. Pues nunca encontrarán personas tan entregados por su bienestar como ellos.
Es importante que cada padre de familia se sienta orgulloso por el trabajo que ha hecho, y que nunca diga “he perdido el tiempo con mis hijos”, o “que mal he hecho para que mi hijo me pague de esta manera. Como padres ya han hecho lo que se les encomendó.
En otras palabras, como dice su Santidad el Papa Francisco: “Te suplico, no vivas sólo por tus hijos. Encuéntrale otro significado a la vida, encuéntrale otro sentido al hecho de ser papá o mamá. Para que los niños y niñas que nazcan en nuestro planeta no se conviertan en deudores y víctimas de tu caridad y cuidado.
Ama a tu cónyuge. Los niños crecerán y él o ella se quedará contigo. Puedes ser tu quien de ejemplo a los niños acerca de cómo llevar una vida de pareja saludable, para que ellos mismos quieran tener su propia familia. Pero también puedes truncar el deseo de tu esposo o esposa si te metes demasiado en los problemas de tus hijos y te olvidas de él o ella.
Nunca pierdas tu felicidad. Sé autentico o autentica como cuando eras niño o joven. Y nunca olvides que antes de ser padre o madre fuiste hijo y que los hijos en el futuro serán padres o madres de familia. Es una cadena que jamás cambiará.
Editor: Paola Calderón Gómez. Periodista – Editora