Las mujeres indígenas en el mundo siempre han tenido que batallar contra la violencia, la falta de oportunidades laborales, el acceso a la salud y a la educación; y desde luego, contra todo el panorama extractivista que ha atacado durante su historia la soberanía de sus territorios.
Según la Organización de las Naciones Unidas – ONU, son aproximadamente 185 millones de mujeres indígenas en más de 5000 comunidades diferentes, donde un gran número se han sumado al trabajo colectivo, a la manifestación de sus problemas de sus territorios y ha vencer los obstáculos presentes que impiden el bienestar de sus familias.
La mujer indígena es un ser trascendental para la supervivencia de sus comunidades, pues ellas representan tierra, y la madre es tierra, es decir, que son un punto que equilibra la armonía de los integrantes de sus comunidades y el de la naturaleza. Aún así, el rol de la mujer indígena puede variar en cada comunidad de acuerdo a reglas establecidas para su crecimiento, el matrimonio y la descendencia.
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Ellas poseen los conocimientos que permiten que sus funciones en la producción de sus alimentos no perjudiquen el orden natural de las áreas donde habitan.
En el caso de México, uno de los países con mayor población indígena pero con iguales condiciones de supervivencia a nivel mundial, pues se enfrentan a proyectos extractivistas todo el tiempo, han demostrado que el género femenino es una fuente primordial de sabiduría, pues realizan procesos de extracción desde un ámbito agroforestal, el impulso del aprovechamiento comunitario y la elaboración de estrategias para enfrentar el cambio climático desde modelos de producción alimentaria en el ámbito ecológico.
En Perú, las mujeres indígenas de la comunidad Nativa Matsés se capacitaron con el propósito de que ellas mismas se han quienes guíen el turismo en la zona teniendo en cuenta sus necesidades como las de la naturaleza.
En este país, las mujeres Capanahua en la cuenca de los ríos Tapiche y Blanco, en la Provincia de Requena, las mujeres Asháninkas y Machiguengas en el Valle del Río Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) y en la cuenca Alta y Baja del Río Urubamba, se han unido para trabajar y participar activamente en la construcción de sus Planes de Vida, dando prioridad a sus territorios y a la conservación de los recursos naturales.
Mujeres indígenas en Colombia
Las mujeres indígenas colombianas se han enfrentado a difíciles periodos de violencia que han arroyado su integridad, y aún se presentan casos de violencia en su contra, el Estado no les da garantía de sus derechos y los pueblos indígenas han sido despojados de sus territorios. Sin embargo, gran parte de estas mujeres han creado movilización por objetivos generales de estas comunidades.
Wayuus: Las mujeres de esta comunidad indígena ubicadas en la península de La Guajira y en territorio venezolano, luchan en contra de los proyectos extractivistas, en especial, contra la multinacional Cerrejón que está acabando con sus fuentes hídricas y las desvía de sus cauces todo el tiempo. Rosa Boscan y María del Rosario Ruíz Ipuana son la representación de la fortaleza y resistencia en la región al protestar pacíficamente, aún teniendo en cuenta las amenazas a líderes sociales.
Emberas: Las mujeres Embera Katio en el Urabá Chocoano llevan años de lucha, pues se han resistido a las guerrillas y a los paramilitares por defensa de sus territorio, los recursos naturales, su cultura y sus prácticas ancestrales.
Misak o Guambianos: Ubicadas principalmente en el departamento del Cauca han luchado por la autonomía de sus territorios frente a procesos extractivistas, se suman a las guardias con sus esposos y a los esfuerzos comunitarios. Se debe tener en cuenta que este departamento ha sido azotado por la minería legal e ilegal y la apropiación de las tierras por grandes multinacionales.
La mujer indígena sigue organizándose, se moviliza, exige por sus derechos y por el de sus comunidades, ya que han sido perjudicados constantemente por la guerra en el país y los proyectos extractivistas, a tal punto, que sus tierras quedan inservibles, sus ríos contaminados por constantes derrames de petróleo que los ha llevado a emigrar.
Por: Daimer Fernando Losada Bermeo. Periodista.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.