Según Hanna Arendt, las sociedades democráticas son aquellas que garantizan a sus miembros el “derecho a tener derechos.” En ese sentido, la educación debe ser entendida como “un derecho que da derechos”. Su función es, entonces, brindar herramientas, experiencias y saberes para poder lograrlo. Además, se constituye como el principal mecanismo de movilidad social ascendente y de inclusión.
No obstante, en el contexto rural los maestros ejercen su tarea en condiciones tan limitadas que inevitablemente se afecta esa función emancipadora de la educación. La precarización de las condiciones laborales, una débil infraestructura, la ausencia de vías de comunicación, los riesgos climáticos y de orden público, entre otras cosas, hacen que el ejercicio de la docencia rural sea casi heroico. Nos recuerda a las condiciones de trabajo del personal de salud durante la actual pandemia, solo que, en el caso de los docentes rurales, la crisis parece ser permanente.
El contexto actual agravó la situación de los educadores y educandos, poniendo en juego el derecho humano a la educación. Mientras que millones de docentes alrededor del mundo pusieron toda su creatividad para dar clases a distancia mediante WhatsApp, Zoom, Hangouts o Facebook, esto no es posible en gran parte de los hogares rurales, por la ausencia de conectividad a internet. El confinamiento dejó en evidencia la inequidad que hay entre la educación rural y urbana.
En ese sentido, mucho se ha hablado del modelo de Radio Sutatenza en los últimos meses. Sin duda, ese poderoso modelo de Educación Popular tiene varias lecciones que pueden hoy ser aprovechadas por los educadores de la Colombia Rural. Veamos algunas de ellas:
- La clave está en la Convergencia. Para llegar a las veredas más distantes, formando más de 4 millones de campesinos entre 1947 y 1990, la clave fue la convergencia de medios. En efecto, el modelo de ACPO se apoyó, además de la radio, en una serie de elementos que complementaron su acción: el elemento interpersonal directo (a través de los auxiliares inmediatos, líderes y dirigentes campesinos), y en una serie de materiales gráficos y escritos (cartillas, libros, cartas y un periódico). Sin duda las oportunidades que hoy dan las TIC y el avance arrollador de las redes sociales ofrecen herramientas que se pueden adaptar según las necesidades y oportunidades de cada territorio. Así trabaja ACPO hoy, con sus Escuelas Digitales Campesinas.
- Una escuela es más que sus paredes, es el espacio simbólico en donde lo individual se hace colectivo. Las Escuelas Radiofónicas funcionaban en todo hogar campesino en el que hubiera un grupo de personas con la voluntad de formarse alrededor de un radio. Jamás existió un número mínimo de alumnos ni necesidades fundamentales de infraestructura. Hoy, sin duda, el desafío es sostener y fortalecer esa comunidad que constituye cada escuela rural, aunque los pupitres estén vacíos y las campanas no suenen. Con la misma fuerza con la que aplanamos la curva debemos frenar la deserción escolar. Esto nos lleva al tercer punto:
- Se deben sostener los puntos de contacto con los estudiantes. ACPO generó distintos canales de comunicación con los campesinos, en tiempos de profundo aislamiento y de violencia. Un ejemplo es el sistema epistolar masivo, por el que los campesinos de todo el país enviaban cartas a ACPO y recibían una respuesta. Fue una autentica red social. En tiempo de crisis y de soledad, se agravan cuestiones como los consumos problemáticos, el trabajo infantil y la violencia intrafamiliar. Todos necesitamos hacer oír nuestras voces y recibir una empática respuesta. Los docentes deben buscar esos puntos de contacto con los estudiantes y sus familias. Además, se debe aprovechar que el confinamiento está obligando fortalecer una dinámica familiar de acompañamiento que se había perdido, paradójicamente estrechando los lazos entre las escuelas y las familias.
- A veces el medio no es el mensaje. La potencia de Sutatenza se sustentó en la potencia de su mensaje: la acción cultural para el desarrollo como tarea popular. Con ese fin, hizo acopio de medios y mensajes cuyo trasfondo buscaba el bienestar humano a partir del reconocimiento de la autonomía, la voluntad y la capacidad del campesino de superar el subdesarrollo. En épocas de pandemia el riesgo está en endiosar a las TIC, olvidando que son apenas un medio para transmitir un mensaje, para llevar esperanza, para sembrar la semilla de la autosuperación y para fortalecer valores.
- Finalmente, recordemos que crisis puede ser sinónimo de oportunidad. ACPO nace en un contexto de profunda crisis, cuando el analfabetismo campesino era del 63%. La falta de recursos motivó la imaginación y el coraje de un párroco, Monseñor Salcedo, que con su tesón pudo cambiar el ritmo de la historia. Sin duda la actual crisis suscitará la creatividad y la inteligencia colectiva, lo que permitirá desarrollar nuevos modelos que marcarán historia.
La pandemia puede ser una oportunidad para sacudir el tablero y cambiar de paradigmas. En plena crisis, una familia campesina se hizo youtuber, pero también volvieron la educación por radio, la correspondencia y el trueque en varios departamentos. Esperemos que también pueda llegar el reconocimiento que merecen los educadores de la Colombia rural.
Feliz día a todas y todos los maestros rurales del país y a los facilitadores de ACPO. Muchas gracias por su valiosísima labor.
Por: Mariana Córdoba– Directora General ACPO