Comulgar en la mano o en la boca ha sido una pregunta constante para muchos católicos. Este interrogante ha generado respuestas muy diversas que no dejan de confundir a los creyentes; pues por un lado se considera un hecho lícito, pero por otro, es considerado desde una falta de respeto a lo sagrado hasta un sacrilegio o herejía.
Por Camilo Agudelo Linares
Cuando cualquier parroquiano que asiste a una Eucaristía percibe con frecuencia que en el momento de la comunión muchas personas reciben el Cuerpo de Cristo en la boca y algunos lo reciben en sus manos, se pregunta qué tan permitido es que un feligrés reciba la comunión en la mano. Parece ser que la Iglesia ha sido clara en su enseñanza y en su postura al respecto, pero al interior de los fieles surge una discusión, porque quienes reciben la comunión en la mano consideran que es correcto y que lo pueden hacer sin dificultad, pero quienes comulgan en la boca consideran que es una falta de respeto a lo sagrado y que puede llegar a ser un sacrilegio, puesto que las manos son impuras para recibir a Jesús.
Comulgar en la mano no es una práctica moderna o, como dicen algunos, que nació de la laxitud del Concilio Vaticano II, esta costumbre nació hacia el siglo X; de esto se tienen referencias en las catequesis de San Cirilo de Jerusalén que afirma: “Cuando te acerques a recibir el Cuerpo del Señor, no te acerques con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos separados, sino haciendo de tu mano izquierda como un trono para tu derecha, donde se sentará el Rey. Con la cavidad de la mano recibe el Cuerpo de Cristo y responde Amén…” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis mistagógica V, nº 21; PG 33, col. 1125).
Por otro lado, se encuentra en la Instrucción General del Misal Romano, libro utilizado para las celebraciones Eucarísticas, una explicación que hace referencia al hecho de comulgar en la mano: «Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos, […] Cuando comulgan de pie, se recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia» (IGMR 160). «El que comulga recibe el sacramento en la boca o, en los lugares en que se ha concedido, en la mano, según prefiera» (IGMR 161). Por tanto, si al acercarse a la parroquia se observa que en la distribución de la comunión el sacerdote da a quienes lo piden la comunión en la mano es porque la conferencia de obispos lo ha autorizado así y su autorización el respaldo de toda la Iglesia.
Estas dos citas permiten afirmar que comulgar en la mano no es ilícito ni mucho menos un pecado grave, por el contrario, es permitido por la Iglesia recibir a Jesús en las palmas de las manos siempre y cuando se haga con reverencia y lo más importante, con la conciencia real de Aquel que se recibe. Es claro que no es un acto irrespetuoso comulgar en la mano al estar estas cubiertas de impureza, como afirman algunos, por supuesto que la lengua también es impura y generalmente es más impura que las manos; lo relevante aquí es que Jesús nos es dado no por la pureza del creyente o por su mérito, sino por pura misericordia de Dios