La devastación de miles de hectáreas por incendios forestales no solo deja cicatrices visibles en el paisaje colombiano; también pone en riesgo la biodiversidad, la seguridad de las comunidades rurales y los compromisos climáticos del país. En un panel convocado por la Cooperación Alemana – GIZ, representantes del Ministerio de Medio Ambiente expusieron los avances, desafíos y líneas de acción para fortalecer la prevención de incendios forestales en Colombia.
“El fuego permitió al ser humano evolucionar, pero el uso inadecuado de él puede deteriorar el medio ambiente y la biodiversidad”, señaló la directora de cambio climático. La clave está en la corresponsabilidad. “No es solo un tema institucional; las comunidades, el sector privado y los gremios agropecuarios deben participar activamente. Nadie mejor que quienes habitan el territorio para reportar oportunamente, verificar alertas y ayudar en la contención inicial”.
Desde 2011, se ha venido trabajando una estrategia nacional de prevención que incluye planes de manejo en plantaciones forestales, formación de comunidades en el uso de GPS y monitoreo participativo, así como articulación con autoridades como la Fiscalía y la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo. Una de las medidas más contundentes ha sido tipificar los incendios forestales como ecocidios, lo cual ha permitido avanzar en sanciones penales contra los responsables.
Durante el encuentro también se enfatizó en la necesidad de fortalecer la coordinación entre instituciones. “Muchas veces las comunidades no saben a quién acudir; fortalecer la interinstitucionalidad es clave, así como integrar herramientas tecnológicas como drones, alertas tempranas o monitoreo satelital”. Además, se llamó la atención sobre la atención a la fauna silvestre afectada, y se propuso capacitar a las comunidades en primeros auxilios para especies víctimas del fuego.
Otro de los aportes destacados fue el rol insustituible de las comunidades locales. “Son quienes conocen el territorio, saben si se usa fuego para cultivos o cuáles son las zonas de mayor riesgo; también son fuente primaria de información cuando se requiere identificar causas y recurrencias”. La prevención también debe contemplar procesos de restauración ecológica con liderazgo comunitario, ya que sin apropiación local no hay sostenibilidad posible.
El mensaje de cierre fue contundente: el cambio climático ya es una realidad, y prevenir incendios forestales es una forma concreta de proteger el futuro. Desde el Ministerio se insistió en que esta prevención debe comenzar desde la infancia. “Cuando se forma desde niños, se crean culturas del cuidado que trascienden generaciones”. El reto es grande, pero el camino está trazado: gobernanza ambiental con enfoque territorial, justicia ambiental y ciencia al servicio del cuidado colectivo del bosque.