EDITORIAL EL CAMPESINO.CO
El DANE reveló que para el 2014 un poco más de 28 de cada 100 colombianos era pobre, lo que equivale a una reducción de la pobreza del 2,1% frente a 2013. Reportó, así mismo, una leve disminución en el índice de desigualdad, con una caída del 0,001 en el coeficiente Gini.
Este resultado fue celebrado por el presidente Juan Manuel Santos, al destacar el éxito de programas oficiales como “Familias en Acción” y “Red Unidos”, y el buen dinamismo de la economía registrado en los últimos años.
Es conveniente, sin embargo, indagar acerca de los criterios que usa el DANE para medir el índice de pobreza. Nos encontramos, entonces, con este indicador que causa preocupación: si un colombiano gana, por lo menos, $250.000 al mes la entidad considera que ya no es pobre, desde el punto de vista monetario. También es importante tener en cuenta que la medición se concentra en las cabeceras municipales de 23 ciudades.
Frente a este panorama nos preguntamos: ¿Y cuál es la situación en el campo colombiano? Baste mencionar que según investigaciones realizadas por el Cede (Universidad de los Andes) el ingreso promedio en las ciudades triplica el que obtienen los campesinos. Así mismo, que el 60% del empleo en el campo es informal y, por lo tanto, carece de una seguridad social integral.
Las cifras también nos confirman que en las zonas rurales la desigualdad es más marcada que en las ciudades, pues cerca del 77% de la tierra está en manos del 13% de propietarios. Aun así, el 70% de la producción de alimentos es aportada por nuestros pequeños campesinos.
Se evidencia, así, un saldo en rojo para la población campesina, con un índice de pobreza que supera el 60% y una indigencia por encima del 30%. Es la deuda social con nuestras zonas rurales a la que tantas veces nos hemos referido. Tanto la dimensión del problema como la importancia estratégica del campo demandan acciones efectivas e inmediatas, más ahora que se habla de la inaplazable necesidad de aclimatar la reconciliación nacional.
Sólo una verdadera voluntad política de toda la sociedad, que cuente con el Estado como propiciador y garante, podrá darnos las respuestas que durante décadas ha esperado el campo colombiano
siempre comparamos el campesino como sinónimo de pobreza, pero en el campo tal vez es donde menos pobreza existe, no existe es educación de calidad.
eso es muy bueno por que los campesinos cuando venden su producto optienen muchos venefisios y ayudas