Durante su pontificado el papa Francisco ha insistido, tanto a católicos como a quienes no lo son, en el ejercicio de la misericordia.
Por Nicolás Galeano
Los gestos de cercanía, de sencillez, de humildad, de alegría y de amor por la Iglesia de Cristo habituales en el papa Francisco, han logrado que muchos fieles se convenzan cada vez más de la riqueza de su fe y se animen a comprometerse no solamente con Dios a través del ejercicio de la caridad con sus hermanos. Su testimonio de vida es tan sugestivo, que incluso aquellos que no son creyentes reconocen en la figura del papa Francisco un gran hombre con un carisma para crear concordia y buscar soluciones viables a tantas dificultades y problemáticas por las cuales hoy el mundo atraviesa.
Desde que Francisco fue elegido sucesor de Pedro ha hecho un llamado intenso a practicar la misericordia como estilo ejemplar de vida para todo cristiano. En cada una de sus homilías ha recordado esta virtud y ha invitado a todos los fieles ha revestirse de los sentimientos de Cristo para poder así escapar del individualismo y de tantas actitudes y sentimientos que no son propios de un cristiano y que como consecuencia enferman el corazón y lo apartan de Dios y de los hermanos.
Por esta razón, el papa Francisco ha querido convocar un año jubilar dedicado a la Misericordia de Dios. “fuente de alegría, de serenidad y de paz”, que iniciará el próximo 8 de diciembre con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y concluirá el 20 de noviembre del 2016 con la Solemnidad de Cristo, Rey del Universo. El Santo Padre, al inicio del año, exclamó: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Éste es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales. ¡Adelante!».
Este anuncio se realizó en el segundo aniversario de la elección del Papa Francisco durante la homilía de la celebración penitencial con la que el Santo Padre dio inicio a las 24 horas para el Señor, iniciativa propuesta por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, para promover en todo el mundo la apertura extraordinaria de las iglesia y favorecer la celebración del sacramento de la reconciliación.
El tema del Año de la Misericordia ha sido tomado de la carta de San Pablo a los Efesios: “Dios rico en misericordia” (Ef. 2,4).
