El pasado 14 de Junio, Chucho, el oso de Anteojos (Tremarctos ornatus), que permaneció 22 años en la Reserva Forestal Río Blanco, fue trasladado al Zoológico de Barranquilla. Un mayor bienestar para el ejemplar, mediante cuidados específicos propios para estos animales, una hembra como compañera permanente, y la posibilidad de integrarlo a programas de educación ambiental que aportan a la conservación de su especie, fueron los principales motivos que expuso Corpocaldas para el movimiento del ejemplar.
“Estamos buscando que a través de Chucho la comunidad conozca sobre el oso Andino, los riesgos de extinción que corre actualmente y los aportes que podrían hacer para preservar la especie como tal”, explicó Oscar Ospina Herrera, profesional especializado de Corpocaldas.
Agregó que si bien el mamífero va a experimentar el cambio de ambiente y temperatura, las condiciones de su traslado son óptimas, su desplazamiento está siendo monitoreado por dos veterinarias del Zoológico y su proceso adaptativo será gradual y planificado para garantizar su bienestar.
“Chucho llegará a cumplir un proceso de cuarentena con la atención médica que se requiere y luego compartirá con una osa de Anteojos que tiene aproximadamente 22 años de edad y por ende, también es un ejemplar adulto en edad avanzada”, agregó Mónica Franco, coordinadora de Salud Animal del Zoológico de Barranquilla.
Contexto
El oso Andino es el mayor mamífero de Sudamérica, habita desde el nivel del mar hasta los cinco mil metros de altura; se alimenta de brotes de algunas especies vegetales, pequeños mamíferos y carroña. Se encuentra en peligro de extinción por la cacería y la destrucción de su hábitat.
Por su parte, Chucho fue traído a la ciudad por Aguas de Manizales cuando tenía cuatro años de edad. El animal, proveniente de la Reserva Natural La Planada de Ricaute (Nariño), llegó en compañía de su hermana Clarita, una hembra que murió hace 9 años. Desde entonces habitó solitario la Reserva Forestal Protectora Río Blanco, donde recibió un manejo en condiciones de sostenimiento sin un objetivo claro para el ejemplar.
Adicionalmente, Chucho se fugó en varias ocasiones de su encierro, lo cual puso en evidencia que no existían condiciones óptimas para su manejo y mantenimiento, y generó un eventual riesgo para las comunidades que viven alrededor de la Reserva.
“En Caldas, se tienen reportes del oso de Anteojos en veredas de la parte alta de Riosucio y de otras que lindan con el municipio de Jardín en Antioquia”, puntualizó Ospina Herrera.