viernes, noviembre 15, 2024
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#Opinión: Una feria de vanidades

"Ni libros ni medallas, que no les confundan. En Colombia no hay lugar para ferias, aunque se sigan dando" una breve revisión respecto a las condecoraciones que por los últimos meses ha recibido el presidente colombiano.

Ni libros ni medallas, que no les confundan. En Colombia no hay lugar para ferias, aunque se sigan dando. Hoy imperan las balas, las que su policía dispara contra la población por ejercer su derecho a la protesta, y las monedas, las que el propio presidente se ha dedicado para que su imagen quede grabada en algún sitio más allá de en los anales de la estulticia.

A este aprendiz de político, que sigue los dictados de su maestro, lo que le importa es figurar, que hablen de él aunque sea mal. Por eso se dedicó a presentador de televisión, a exprimir la economía con sus promesas naranjas y a formar parte de la numismática nacional. Revisen lo bien que lo retrata Matador en sus viñetas.

No deberíamos equivocar el objetivo de las manifestaciones, o al menos no dejar como diana solamente al presidente colombiano. Habría que preguntarse de quién ha sido la idea de concederle una condecoración española al gobernante más inútil de la historia del país. Pero también, de quién ha partido, en estos tristes tiempos que corren, nombrar a Colombia como país invitado de la Feria del Libro de Madrid. Sin ir más lejos, acaba de vetar al periodista y escritor Daniel Samper Ospina impidiéndole participar en un programa de televisión en el que el gobernante iba a someterse a las preguntas de los medios.

Durante el gobierno de este señor, al que el Estado español condecora y recibe con honores, se han sucedido cientos de asesinatos de líderes sociales (Indepaz reporta 116 solamente en lo que va de año), que en muchos casos también eran defensores ambientales de esa diversidad y vitalidad que aparece en el logo de la Feria; se han producido numerosas masacres, que el “insigne” presidente ha cambiado por el eufemismo de homicidios colectivos; se han reprimido con violencia, mucha más de la habitual y con participación de civiles disparando a sus paisanas y paisanos, las manifestaciones populares para reclamar paz, trabajo y dignidad.

Se han incumplido los acuerdos de La Habana que terminaron con los enfrentamientos con la guerrilla de las FARC-EP, que, a pesar de haber abandonado las armas, sigue poniendo una parte importante de los muertos; se ha negado a reconocer púbicamente, y a ponerle algún remedio, a algo que la mayoría ya sabía pero que los gobernantes no querían saber, que fueron seis mil cuatrocientos dos los falsos positivos, personas asesinadas y  presentadas como bajas en combate, entre 2002 y 2008.

Y se han seguido dando los mismos o más casos de corrupción de siempre, el último el protagonizado por la ya exministra de las TIC que ha hecho desaparecer 70 mil millones de pesos (aproximadamente 15 millones de euros al cambio actual) que deberían haber servido para llevar conectividad a las áreas rurales, mayoría todavía en el territorio, en las que niñas y niños no tienen acceso a internet (por cierto, la susodicha no se merece que su apellido se convierta en verbo, aunque sea para recordarnos que ha robado). Y podríamos seguir enumerando.

Por suerte, la creatividad y el arte colombianos, no sólo su literatura, también su cine, su fotografía, su teatro, su música, su pintura y su escultura, están muy por encima de sus políticos y las políticas que practican, de sus legisladores y sus inacciones y de sus jueces y sus sentencias. Pero si el Gobierno colombiano invita a la Feria de Madrid a autoras y autores “neutros”, que otros organismos en el Estado español (ya sean organizaciones sociales, partidos políticos o editoriales) inviten al personal crítico para hacer contrapeso. No solamente o las y los conocidos, sino a toda una pléyade de jóvenes, y no tanto, que llenan la producción literaria, las salas de exposiciones, los teatros y los múltiples festivales al parque y a las calles que se dan en todo el país.

Si es el Gobierno español el que le premia, habría que sancionarle por anteponer los posibles beneficios económicos a la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas. Claro, porque detrás de esa medalla debe haber un montón de intereses comerciales para que los buitres empresariales españoles “invadan” económicamente el país andino y echen a los cóndores de allá, a pesar de las muchas águilas negras que sobrevuelan el cielo colombiano.

Creo que es a todas luces injustificable el reconocimiento ofrecido al presidente de Colombia, tanto el de carácter político dado por el Gobierno español como el premio literario que supone que un presidente censurador represente a su país en la Feria del Libro de Madrid.

*Esta nota periodística no representa la postura de Acción Cultural Popular – ACPO organización dueña de la marca registrada Periódico El Campesino y elcampesino.co. Con ello, tampoco compromete a la organización ni al periódico en los análisis realizados, las cifras retomadas, los entrevistados que aparecen, entre otros. 

 

Por: Ignacio «Iñaki» Chaves – Consejo Editorial El Campesino.

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