Quiero creer en un país donde los campesinos dejan de huir porque reclaman sus tierras, arrebatadas por los violentos, los narcotraficantes o los corruptos.
Quiero creer en un país sin dirigentes que ofenden a los maestros y se les burlan por cumplir el valiosísimo trabajo de enseñar al que no sabe; en el que la vida de los maestros es protegida; donde asesinos envalentonados callan sus insultos y cesan sus amenazas porque ellos abren la inteligencia de los niños a la verdad.
Quiero creer en un país en donde los líderes comunitarios dejan de ser considerados indeseables, subversivos o comunistas por hablar con verdad en nombre de quienes temen pedir justicia y protección de sus derechos.
Quiero creer que se acabó el país en donde la vida no vale nada y donde quien piensa de manera diferente a los poderosos es peligroso y debe callar para siempre.
Quiero creer en un país en donde existe justicia y castigo para el ladrón de los recursos públicos o privados, para los que sacan tajada de las urgencias de los pobres, para quienes destruyen los recursos naturales y se declaran inocentes a pesar de las evidencias en su contra y en donde las autoridades ya no se hacen las de la vista gorda.
Quiero creer en un país en donde la vida de todos se respeta, en donde los derechos de los niños se cumplen plenamente, en donde la esperanza de los jóvenes en la paz no es ilusión, sueño vano y palabras vacías.
Quiero vivir en un país en donde los ancianos mueren de viejos, en paz, con dignidad y con respeto. (Le puede interesar: Nuestro voto para los habitantes rurales)
Quiero vivir en un país en donde quepamos todos con nuestras diferencias, cobijados por la misma bandera y orgullosos de ganarle la batalla para siempre al odio, a la ambición y a la muerte.
Por: Bernardo Nieto Sotomayor- Equipo Editorial El Campesino.