Había llovido esa tarde y hacía frío en Ubaté. Después de cumplir con todos los protocolos de seguridad, los directivos del penal nos abrieron las puertas y nos permitieron sentarnos junto a los internos voluntarios que participaban en la sesión, en una salita de juegos que también servía de biblioteca. Aunque desde allí se escuchaba el bullicio de los demás reclusos, cada uno recibía una tableta digital y unos audífonos, de manera que pudieran desarrollar su actividad concentrados y sin mayores interferencias externas.
- “Gracias por venir hasta aquí y creer en nosotros”. “Gracias por no tenernos miedo”. “Con ustedes hoy aprendí que los que estamos aquí, aunque nos equivocamos alguna vez, tenemos una segunda oportunidad”. “¡Cuenten conmigo para enseñar a leer y escribir!”
Estas fueron algunas de las expresiones de los reclusos al terminar la sesión de evaluación de la primera lección digital de MI ESCUELA. Entre ellos estaba Luis Alberto, un recluso que ya sabía leer y escribir. Sus palabras eran sinceras, había nobleza en su actitud y acababa de escribir varias veces en un papel “buenos días”, “buenas tardes” y “buenas noches”. Me dio la hoja y salió sonriente del estrecho salón para volver al patio de la vieja casona donde hoy funciona la cárcel del pueblo. Luis Alberto se había ofrecido voluntariamente para realizar todas las actividades de la primera lección de “MI ESCUELA” en una tableta digital.
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A diferencia de Luis Alberto, otros reclusos sin habilidades para leer o escribir también participaron voluntariamente en el ejercicio y la labor les tomó más tiempo y les exigió más concentración. Uno de ellos, Don Joaquín, a pesar de algunas dificultades técnicas, volvió a comenzar todo el ejercicio hasta conseguir el resultado. Estaba emocionado porque había “vencido” a la tableta cuando me entregó su hoja en la que había escrito diez veces “buenos días”, “buenas tardes” y “buenas noches”. Había trabajado durante una hora y media hasta lograr su objetivo, cuando los demás se demoraban máximo unos cuarenta y cinco minutos. ¡Su deseo de aprender era evidente!
Reacciones como éstas también las hemos visto en otros lugares y con adultos de otras condiciones pero con similares niveles de analfabetismo.
Quienes observamos las reacciones de los adultos que aún no saben leer ni escribir cuando estudian esta primera lección de MI ESCUELA, queremos determinar el nivel de atención que logra y el interés que despierta en ellos, instalada en una tableta digital. Por eso tomamos nota de las dificultades que se les presentan, apuntamos lo que entienden y lo que con dificultad comprenden y vemos cómo usan y escriben en las pantallas y cómo “hablan” con ellas. Y también queremos determinar cuánto logra entender y llevar a la práctica una persona que no sabe leer ni escribir en el transcurso de la lección. Este fue también nuestro propósito cuando evaluamos la lección con adultos de La Casa del Abuelo y de la sede de la Casa de la Cultura en la vereda Patio Bonito en el municipio de Nemocón.
Después de entrar en contacto con este medio centenar de personas mayores que nos han servido como evaluadores exigentes de esta propuesta, más nos convencemos de que todos ellos bien merecen que nosotros desarrollemos el mejor método que les permita experimentar la alegría de aprender, de disfrutar las ideas de otros, de los avances de la cultura y de las reflexiones de tantos que han pasado por esta tierra.
Si hacemos caso de las cifras del DANE sobre analfabetismo en Colombia, es urgente que el país y sus autoridades pongan a disposición de estos dos millones y medio de adultos que aún no saben leer y escribir y que no cuentan con las habilidades mínimas del cálculo, un método de alfabetización y cálculo tan audaz y avanzado como MI ESCUELA.
Estamos convencidos de que este método de alfabetización digital para adultos, es una tarea que nos compete y que bien merece todos nuestros esfuerzos para ponerla al servicio de quienes más la necesitan. En este esfuerzo necesitamos el apoyo de muchos de modo que nuestro equipo de educadores, artistas, ingenieros y comunicadores pueda concentrarse en la investigación, en el desarrollo y en la evaluación de esta audaz estrategia que devuelva a quienes la merecen toda la dignidad que han reclamado por siglos.
Por: Bernardo Nieto Sotomayor. Equipo Editorial Periódico El Campesino.